miércoles, 29 de septiembre de 2010

Málaga - Melilla

Estación Marítima de Melilla
A las 13,30 h han abierto el embarque para Melilla, y la cola se ha empezado a mover. En una mano la documentación (DNI, tarjeta de embarque) y en la otra la maleta. Cuando nos toca el turno entregamos el DNI al policía nacional e introducimos la maleta en el escaner. Luego nosotros nos adelantamos y pasamos por el, que para alivio nuestro no suena.

El primer control ya está superado. Un poco más adelante será la autoridad portuaria la que nos pida la tarjeta de embarque y lo contraste con los datos del DNI. Y tras este segundo control, cruzamos la pasarela en dirección al barco, donde presentamos nuevamente la tarjeta de embarque en información y nos entregan la llave de nuestro camarote.

El control policial de Málaga a Melilla no es tan estricto como a la inversa. De Melilla a Málaga no sólo te controlan a la hora del embarque sino que también cuando llegas a Málaga y desembarcas. Sus motivos tendrán y evidentes son para los que conocemos la realidad de Melilla. Si viajas con el coche, en Málaga apenas te controlan y te hacen bajar y abrir, sin embargo en Melilla son capaces de hacerte bajar todo lo que llevas para que el perro pueda oler si transportas drogas. De todas formas he de confesar que he viajado varias veces con el coche y ni siquiera se han llegado a acercar los policías con el perro en comparación con otros coches que iban delante o detrás de mí.

Parking de la Estación Marítima de Melilla
Una vez dejadas las maletas en el camarote, compartido con otras tres personas, por aquello del precio, lo mejor es buscar el comedor. Por 8 euros tienes para elegir entre paella, macarrones, ensalada, pollo, filete empanado, pescado, carne en salsa, yogurt, flan o fruta. Si quieres una cerveza o un refresco son 2 euros más, pero con la botella de agua de medio litro que entra en el menú, tienes más que suficiente.

Mientras comes, el barco abandona el puerto de Málaga, sin que apenas te des cuenta. Terminada la comida, una vueltecita por la borda del barco, donde puedes ver Málaga alejándose, un cafetito en el bar y una buena siesta (de un par de horas) en el camarote, harán que el viaje de 8 horas sea más ameno. Siempre puedes tener un buen libro que te haga más amena la tarde. Si tienes suerte, en el paso de Alborán puedes disfrutar de los delfines saltando al lado del barco.

El peor tramo del viaje es cuando empiezas a ver la costa melillense de Aguadur y el barco ves que apenas se mueve, porque tiene que entrar a su hora y no antes (pagos de taxas de puerto y aduanas hacen que el barco tenga un horario que cumplir y procuran no adelantarse).

Una vez llegados a Melilla, un recoge sus cosas y tras entregar las llaves en recepción, se pone a la cola para abandonar el barco. El puerto de Melilla, de reciente remodelación (2009), no tiene nada que ver con el de Málaga, que por otra parte es viejo y desfasado.

Tras abandonar el barco, sales directamente a la estación marítima y de allí a la calle, sin ningún tipo de control policial.

Has llegado a Melilla, y lo primero que encuentras, en la misma puerta del Puerto, es una estatua de Franco, al pie de la muralla de la Ciudad Vieja de Melilla. Un lugar destacado para la polémica imagen. Posiblemente sea la única imagen de Franco que quede en pie. Hace unos días me informaron que en Tenerife queda otra. Pero seguro que no es de un Franco joven con prismáticos. La placa indica que es un homenaje al Comandante de la Legión D. Francisco Franco.

Es lógico que Melilla mantenga la última estatua de Franco, que por otro lado es parte de nuestra historia de España, y haya hecho un poco caso omiso a la Ley de Memoria Histórica. Con esta imagen, colocada en 1978 se quiso rendir un homenaje a Franco como Comandante del Tercio Gran Capitán I de la Legión de Melilla, y no por su condición de Generalísimo y dictador. Su colocación fue aprobada en un pleno del Ayuntamiento en 1975. Fue realizada por el escultor y ex-teniente coronel del Ejército, Enrique Novo Álvarez y colocada en 1978, con Ginel Cañamaque (UCD) como Alcalde. En la actualidad el Ayuntamiento ha cedido al Ministerio de Defensa el honor de que la estatua sea retirada y pase a formar parte del Museo Militar o bien se coloque en algún cuartel de la Ciudad.

La estatua de Franco evoca una parte de la historia de Melilla, ya que recuerda como en 1921, el Comandante Franco llegaba a Melilla, junto al Comandante Carlos Rodríguez Fontánez, portando una de las dos banderas de la Legión, que había sido creada por Millán Astray en 1920. La gesta legionaria se cuenta así: “Al verse sitiada el 21 de julio la localidad (Melilla) por las fuerzas insurgentes rifeñas, la Legión tuvo que trasladarse a pie para liberarla, en el menor tiempo posible, antes de que cayera. Fue el momento en el que el general Millán Astray, en el puerto de Ceuta, dirigió a sus hombres la célebre arenga: “¡Legionarios!: de Melilla nos llaman en su socorro. Ha llegado la hora de los legionarios. La situación allá es grave, quizás en esta empresa tengamos que morir. ¡Legionarios!: si hay alguno que no quiera venir con nosotros que salga de filas, que se marche, queda licenciado ahora mismo… ¡Legionarios! Ahora jurad: ¿Juráis todos morir, si es preciso en socorro de Melilla? ¡Sí, juramos! ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva La Legión!

Tras 72 horas ininterrumpidas de marcha, los legionarios llegaron a Melilla y rompieron el cerco, siendo recibidos como héroes. Y todavía hoy, cuando sale la Legión por las calles de Melilla, la gente les aplaude, les grita y les vitorea como si fueran los grandes héroes de Melilla.

2 comentarios:

  1. al Tito Paco ni tocarlo de donde esta,y siempre arriba LA LEGION de Yoshua

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  2. AHORA TAMBIEN MOTRIL MELILLA MUY BARATO

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