domingo, 31 de mayo de 2015

Cabo Noval: Musical para un héroe

Cartel del musical
Coincidiendo con los actos del DIFAS, que en Melilla se celebra con solemnidad, ya que se montan diferentes actividades y todos los años el último día tiene lugar un pequeño desfile por el centro de la Ciudad, este año se ha representado una obra de teatro con el título: Musical para un héroe, dedicado al cabo Noval. Así que me entró la curiosidad de saber quién fue este personaje y me puse a investigar.

El cabo Noval se llamaba Luis Noval Ferrao, nacido el 16 de noviembre de 1887 en Oviedo. De profesión ebanista, no pasó demasiado tiempo hasta que entró a formar parte del ejército, ingresando en el Regimiento de Infantería del Príncipe nº 3, de guarnición en Oviedo, el 4 de marzo de 1909. Juró bandera el 11 de abril y ascendió a cabo por elección para la 4ª Compañía del Primer Batallón, el 1 de septiembre de 1909.

No disfrutó de una amplia formación, pues su unidad pronto fue llamada para reforzar las posiciones españolas en el norte de África. Así el 10 de septiembre de 1909 salió de Oviedo con su Regimiento por ferrocarril con dirección a Málaga, donde llegó el 13, embarcándose en el "Ciudad de Cádiz" y desembarcando en Melilla un día después. Ese mismo día marchó con su Compañía al Campamento de Cabrerizas Altas, donde el regimiento se reunía.

Club de Tropa "Cabo Noval"
Una vez en su destino, participó en varias batallas como la de Taxdirt, donde los soldados españoles estaban siendo sometidos durante horas al fuego de los rifeños. El general Tovar tomó la decisión de relevarlos, quedando la meseta libre y los rifemos trataron de ocuparla, siendo entonces cuando tuvo lugar la "carga de Taxdirt", en la que un escuadrón de Alfonso XII, con el teniente coronel Cavalcanti al frente, evitó que la ocuparan.

Tras la batalla de Taxdirt, el militar también estuvo presente el 22 de septiembre de 1909 en la toma del Zoco el Had de Beni Sicar (una zona de gran importancia estratégica ubicada a unos pocos kilómetros de Melilla). No obstante, tras la conquista de la posición se planteó un problema para los españoles: aunque sabían que debían defender a costa de sus vidas el lugar, no disponían de suficientes fortificaciones para rechazar un ataque masivo de los rifemos. Por ello, comenzaron rápidamente las labores de construcción de defensas a sabiendas de que un minuto perdido podía significar la muerte de un gran número de sus compañeros.

A su vez, y para evitar ser atacados por sorpresa, los mandos organizaron varias patrullas nocturnas (llamadas escuchas), a las que dieron orden de informar ante cualquier peligro. Concretamente, se construyeron alrededor del campamento varios "pozos de tirador" (pequeñas trincheras) como avanzadilla y, además, se estableció que un soldado debería recorrer estos reductos periódicamente para asegurarse de que no habían caído en manos enemigas.

Club de Tropa "Cabo Noval" (Foto J. Barroso)
De esta forma, durante la noche, una mezcla de tensión y miedo sacudía la columna de los vigilante que, armados únicamente con un fusil y una valentía inigualable, inspeccionaban los alrededores del campamento en un intento de impedir un asalto masivo sobre sus camaradas.

La noche del 27 al 28 de septiembre, en un turno que en un principio no parecía deparar ninguna novedad, el cabo Noval fue seleccionado para patrullar alrededor de los pozos. Su cometido era realizara la vigilancia y el enlace de 6 puestos avanzados y dobles situados entre el flanco derecho de dicho campamento y el reducto al noroeste.

Sin embargo, la noche que comenzó siendo tranquila cambió radicalmente cuando, aproximadamente a las dos y media de la mañana, Noval llegó a uno de los puestos, defendido por los soldados Patiño y Fandiño.

De repente vislumbró que un nutrido grupo de cientos de rifemos avanzaba hacia ellos amparándose en la oscuridad. El cabo no tuvo tiempo de reaccionar pues, casi al instante, los enemigos abrieron fuego sobre el lejano campamento español desde el cual, a su vez, se devolvieron los disparos.

Club de Tropa "Cabo Noval"
En pocos minutos la situación se volvió insostenible, lo que provocó que Noval iniciara la retirada hacia el acantonamiento después de ordenar a Patiño y Fandiño que le siguieran. sin embargo, parece que la decisión no convenció a este último, pues prefirió esconderse en una trinchera cercana a someterse al fuego cruzado entre españoles y moros.

Con el fuego de fusilería rifeña a sus espaldas, Noval y Patiño iniciaron la carrera hacia la entrada de la fortificación española. No obstante, lo que desconocían era que esta había sido cerrada aquella tarde, por lo que se dieron de bruces con una verja infranqueable. Además, la desgracia no acabó aquí, pues fueron recibidos por los disparos de sus compañeros, los cuales, debido a la oscuridad de la noche, no reconocieron a sus camaradas.

Club de Tropa "Cabo Noval"
En ese momento, Patiño consiguió con dificultad superar la alambrada y ponerse a salvo al grito de «no tiréis, soy de la 4ª del 1º», lo cual detuvo brevemente los disparos españoles. Por su parte, y tras observar que los rifeños seguían sus pasos de cerca, el cabo Noval tomó la decisión de bordear la verja hasta encontrar una entrada al recinto.

En cambio, Noval pronto dejó de temer por su vida y empezó a preocuparse por la de sus compañeros cuando observó que varios de los moros que le seguían habían conseguido detener el fuego de los defensores al grito de: «¡No tiréis, que somos españoles!». 

Al ver que los militares españoles habían creído la estratagema de los asaltantes, Noval no dudó y vociferó a pleno pulmón: «¡Tirad, que son los moros! ¡Viva España!». No le importó verse cercado por cientos de enemigos, sino que, a sabiendas de que moriría, dio la voz de alarma para después descargar su fusil contra varios enemigos cercanos. Desgraciadamente, este acto de heroicidad le costó la vida.

Imagen del Cabo Noval en el Club de Tropa
Tras una noche de fusil, bayoneta y cañón, los españoles consiguieron definitivamente hacer huir al ejército asaltante, el cual, según datos oficiales, contaba con unos 1.500 hombres. Se mantuvo un nutrido fuego contra ellos durante toda la noche hasta las 11:00 horas.
A la mañana siguiente tocó llevar a cabo la tarea más dura. Al amanecer, la 1ª Compañía del primer Batallón realizó un reconocimiento ofensivo que desalojó al enemigo de sus posiciones con numerosas bajas y permitió la recogida del cadáver de Noval por la 3ª Compañía. Al parecer, encontraron el cuerpo del cabo abrazado a su fusil cerca de un fallecido moro al que, previsiblemente, había empalado con su bayoneta.
Estatua del Cabo Noval en Madrid
Algún tiempo después de conocerse su hazaña, se propuso que el cabo Noval recibiera a título póstumo la Cruz Laureada de San Fernando de 2ª Clase, el mayor mérito que podía obtener un militar en acto de servicio. Sus exequias se celebraron el 19 de abril de 1910 en la catedral de Oviedo. Inicialmente enterrado el 29 de septiembre de 1909 en Melilla, sus paisanos tendrían que esperar siete años para recuperar sus restos, que fueron recibos con todos los honores y depositados bajo el monumento, obra de Víctor Hevia, levantado en el cementerio de el Salvador, donde aún reposan en la actualidad.
A su vez, multitud de ciudades le dedicaron varios homenajes. Entre ellos, destacó el realizado por Madrid, donde se encargó a Mariano Benlliure la creación de un monumento en la céntrica Plaza de Oriente. Dicha escultura, que aún hoy puede disfrutarse, fue inaugurada por Alfonso XIII en junio de 1913.
En Melilla tiene dedicada, a parte de una calle en el Tesorillo, en la que tuvo su sede la fábrica de gaseosas, el club de Tropa, situado en el barrio de la Hípica, lleva su nombre. Muchas veces he pasado y entrado allí y observado el cartel con su nombre, pero no sabía el origen del mismo.

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