sábado, 26 de noviembre de 2016

Francisco Hernanz Martínez, arquitecto

Edificio en Av. Democracia
Nacido entre 1897 y 1898, Francisco Hernanz cursó sus estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid. El 13 de octubre de 1924 fue nombrado arquitecto municipal de la ciudad de Zamora, allí realizó el anteproyecto del Plan General de Ensanche de esta ciudad. Su trabajo en Zamora terminó cuando fue nombrado en 1929 arquitecto de Construcciones Civiles de Obras Públicas y Minas de la Alta Comisaría de España en Marruecos. Durante estos años realizó múltiples obras en Melilla, debido a que su trabajo diario lo desempeñaba en la vecina ciudad marroquí de Nador. El estallido de la Guerra Civil Española provocó el traslado de Hernanz a Tetuán, en la parte occidental de Marruecos. Debido a sus problemas de salud, el arquitecto abandonó repetidamente su puesto en la ciudad marroquí para desplazarse a la península. Finalmente, en junio de 1944, Hernanz pidió un año de excedencia y tras agotar ese plazo se asentó definitivamente en Madrid.
Su trabajo en Melilla entre 1929 y 1936, Francisco Hernanz realizó al menos 142 proyectos en nuestra ciudad, lo que le convirtió, junto a Enrique Nieto y Emilio Alzugaray, en uno de los máximos responsables del despegue de la arquitectura en la Melilla de la época. Francisco Hernanz fue el arquitecto que introdujo en la ciudad la corriente aerodinámica, en la que primaba la horizontalidad en el diseño frente a la verticalidad imperante en las obras del momento. Influida por el expresionismo centroeuropeo, esta corriente basa sus diseños en la estética maquinista. Volúmenes curvos y cuadrangulares, simetría en todos los recodos y elegancia en la composición son las bases de la arquitectura de Hernanz, autor que desterró en Melilla la idea de que la ornamentación figurativa era la base estética de la arquitectura. No obstante, también diseñó obras basadas en el art-decó en las que imperaban las formas geométricas y zigzagueantes. Su obra incluye todo tipo de edificios, pero su producción se centró en los grandes bloques de casas de la c/ Teniente Coronel Seguí, el Barrio del Príncipe o el ensanche Reina Victoria.
Edificio en General O'Donnell
Principales obras:
Avenida de la Democracia, 14 (1935). Frente al modernismo y al Art Déco zigzagueante, el arquitecto Francisco Hernanz Martínez representa una alternativa diferente: el llamado Art Déco aerodinámico, vinculado a la seducción que se sentía por la estética de la máquina. Este edificio proyectado para el contratista Luis Raya es una buena muestra del carácter rupturista de su propuesta.
C/ Gran Capitán, 6 (1932). El arquitecto Francisco Hernanz Martínez realiza en este edificio, que construye para Jacinto Gracia Marfil, uno de sus mejores trabajos dentro del Art Déco zigzagueante.
C/ Fernández Cuevas, 15 (1932). El arquitecto utiliza los esgrafiados con detalles Art Déco en algunas de sus obras. En este edificio podemos observar la complejidad de los detalles y como las seriaciones geométricas formaban elegantes paños, sobre fondos estucados en tonos azules y naranjas.
C/ Ibáñez Marín, 1 (1932-1933). Dentro de la arquitectura aerodinámica también encontramos ejemplos donde las superficies curvas dejan su lugar a formas angulosas y cúbicas.
C/ General O’Donnell, 41 (1936). El diseño vertical del chaflán en contraste con la horizontalidad de los balcones curvos son imágenes de la arquitectura aerodinámica. Proyecto para la familia Parres, construido con proyecto de 1933 y 1936.
Avd. Democracia esquina Plaza Velázquez, 15 (s/f). Este edificio construido para Bertila Seoane, nos remite en sus formas a modelos expresionistas popularizados por el arquitecto alemán Erich Mendelsohn. El arquitecto Francisco Hernanz Martínez lo realiza en la primera mitad de los años treinta.

sábado, 19 de noviembre de 2016

El suceso del Morabito

Grabado de la Ciudad de Melilla
La historia de Melilla está llena de intentos de conquistas por parte de las tropas de los sultanes y de los pueblos próximos a ella. Pero quizás uno de los más relevantes, en el que se mezcló la política, la religión, la magia y la picaresca fue el conocido como “Suceso del Morabito” en 1564. Posteriormente Juan Ruiz de Alarcón se inspiraría en estos hechos para escribir la obra titulada “La Manganilla de Melilla”.
En 1564, los intentos de las tropas del sultán saadita Muley Abdalá y de algunas de las tribus de Guelaya, por conquistar Melilla, se estrellaban en las murallas de la ciudad. Llegó a la zona un morabito (santón), llamado Adi Mohamete Bu Balac. Estos hechiceros o santones tenían gran prestigio social que en ocasiones derivaba a conseguir un poder que excedía de lo meramente religioso. El morabito empezó a predicar y a incitar a los guelayenses, asegurando que por medio de unos ritos mágicos, conseguiría dormir a los soldados melillenses, con lo que ellos no tendrían problemas para entrar en la ciudad y conquistarla. Pero para que el encantamiento surtiera efectos, tenían que acudir sólo los que participaran en las oraciones de las mezquitas, avanzar a pie, alabando a Alá, sin armas de tiro y sin atacar a los soldados españoles, que ya estarían hechizados y dormidos. Tampoco debían pisotear los sembrados y las huertas de los cristianos para lo que debían caminar por el camino que llevaba a la puerta de Melilla, sin salirse del mismo y dando alabanzas a Dios. Apelando a la guerra santa contra los infieles de Melilla, consiguió convencer del poder de su magia a los lugareños de la zona a los que convocó para el mediodía del sábado 22 de abril de 1564, fecha y hora idónea, para apoderarse de la ciudad, según él.
Puerta de la Victoria
Gobernaba la ciudad de Melilla don Pedro Venegas de Córdoba, quien fue informado por un espía moro a sueldo de lo españoles. Conocedor de las intenciones del morabito, decidió seguir el juego, simulando el encantamiento. En el día previsto, comenzaron a reunirse en las cercanías de Melilla seguidores del morabito, enarbolando banderas y al son de las chirimías, tambores y panderos, la multitud avanzó hacia las murallas de Melilla. La idea de Pedro Venegas era dejar la puerta abierta del Campo para que pudieran entrar los seguidores del morabito y una vez dentro, encerrarlos en la Villa Vieja levantando el puente levadizo de Santiago.
Los asaltantes llegaron a la puerta abierta e intentaron coger las armas de los centinelas que simulaban estar dormidos. Estos no se dejaron desarmar y se inició una refriega, que puso en guardia a los seguidores del morabito e iniciaron la huida, aprovechando que no se pudo cerrar a tiempo la puerta de la ciudad, dejando muertos y heridos en la explanada de la Plaza de Armas. El morabito salió ileso logrando huir, y estuvo a punto de morir a manos de sus seguidores, pero su poder de persuasión debería ser tan grande que logró convencerlos de que los culpables habían sido ellos mismos, ya que al precipitarse en atacar los centinelas españoles habían roto el hechizo.
Foso de Hornabeque
Por su parte Pedro Venegas, no contento con el resultado, hizo correr el bulo que sí que habían sido embrujados y gracias a que en el último momento se rompió el embrujo, no cayeron en manos del morabito.
Así pues, el morabito fijó nuevamente una fecha, el 19 de junio, para un segundo intento de conquista y de nuevo por medio de hechizamiento y siguiendo sus instrucciones con exactitud.
Prevenido de nuevo Pedro Venegas de la preparación, fecha y hora del nuevo ataque, decidió preparar la ciudad para una nueva estrategia. Mandó instalar un rastrillo en la Torre Quemada para dejarlo caer y así poder cerrar de golpe la puerta, cerrando a todos los que estuvieran dentro de la Villa Vieja y que no pudieran escapar como en la anterior ocasión. Organizó una emboscada más elaborada para capturar a los asaltantes que intentasen huir.
Por la mañana del día señalado, los seguidores del morabito se concentraron en las inmediaciones de Melilla. En esta ocasión en número superior al del primer intento, ya que vinieron gentes de la zona del Rif e incluso de otras más alejadas. Uno de los jefes de una cabila de la región, intentó impedir que la muchedumbre cayeran en una nueva trampa, pero el clamor de los asaltantes enmudecieron sus palabras y se precipitaron en tropel por la primera puerta que a propósito había quedad abierta. Llegaron la explanada de la Plaza de Armas y alcanzaron el foso de Santiago, donde se detienen porque el puente se encontraba cerrado. Advertidos del peligro, intentaron volver hacia atrás, pero no pudieron porque el rastrillo colocado en la Torre Quemada se cierra súbitamente, dejando encerrados a todos los que accedieron a la ciudad. La artillería, que disponía de 23 cañones, inicia el fuego y las tropas emboscadas cargan sobre los que aún se encuentran fuera de la ciudad, que totalmente sorprendidos, huyen desbandados.
Los encerrados dentro de la plaza intentaron abrirse paso combatiendo, pero fue inútil, ya que el fuego de los cañones y de los arcabuceros diezmaron sus filas, causándoles numerosas bajas.
Cristo de la Vera Cruz en Melilla
Pedro Venegas, según cuenta en su informe, salió a caballo a la explanada de la Villa Vieja mostrando un crucifijo de la cofradía de la Vera Cruz que había en Melilla y volvió a conminarlos a la rendición, que finalmente aceptaron al verse perdidos.

Del morabito nunca más se supo. Los prisioneros, por el interés del comercio de seres humanos, una de las actividades más lucrativas del Mediterráneo en esos años, tanto por moros como por cristianos, fueron rescatados por sus familiares. Estos rescates se hacían con dinero o en especies como cabezas de ganado. Los que no pudieron ser rescatados, acabaron encadenados al remo en las galeras de la escuadra de Fadrique de Carvajal, que recaló en Melilla tras la conquista del Peñón de Vélez.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Llegada de Enrique Nieto y Nieto a Melilla

Palacio de la Asamblea (Ayuntamiento)

La Melilla Modernista que conocemos, construida a principios del siglo XX, es el resultado de la interrelación de estilos y personajes que creyeron en la ciudad y la dotaron de una elegancia serena y vigorosa. La convirtieron en un conjunto construido sobre la base de nítidos perfiles arquitectónicos.

Esta esencia modernista llega a Melilla de la mano del arquitecto Enrique Nieto, un discípulo de Gaudí que a comienzos del siglo pasado escapó de la sombra del genio catalán para dar rienda suelta a su imaginación en las calles de esta ciudad norteafricana. Lo hizo durante años al servicio del Ayuntamiento de la ciudad levantando grandes homenajes a la arquitectura urbana que han dotado a Melilla de una identidad muy personal.

La influencia del Modernismo alcanza incluso a las distintas religiones de la ciudad. Enrique Nieto fue el encargado de diseñar la principal sinagoga de Melilla, la Mezquita Central y varios edificios para la Iglesia Católica; un claro ejemplo de la gran presencia de este estilo arquitectónico en los pilares de la sociedad melillense.

Despuntaba el siglo XX cuando Melilla comenzaba a vivir las consecuencias de los importantes cambios económicos, sociales y políticos que la estaban transformando.

La creciente industrialización, que fomentaba el nacimiento y desarrollo de las ciudades modernas, influyó notablemente en Melilla, que se vio inmersa en una vorágine urbanística. Nacía una nueva concepción de la ciudad, una peculiar manera de entender un urbanismo poblado de racionalidad militar pero influido por las corrientes modernistas llegadas desde Cataluña.
Homenaje a Enrique Nieto
Reconocimiento a Enrique Nieto
La ciudad de Melilla ha querido homenajear al arquitecto catalán Enrique Nieto y Nieto, a su labor y a su dedicación a la ciudad, con la instalación de una estatua en bronce del artista en la Avenida Juan Carlos I, corazón de la ciudad y eje principal de su obra.


La estatua, obra del escultor melillense Mustafa Arruf, ha sido realizada a la cera perdida y su elaboración ha supuesto la dedicación de alrededor de 7 meses. El resultado es una figura que reproduce fielmente al artista catalán haciendo lo que más le gustaba, trabajar, y admirando sus obras. Junto a él se puede ver una placa en la que el ayuntamiento reconoce que “con su excepcional forma de proyectar los edificios convirtió a esta ciudad en una de las principales muestras de la arquitectura Modernista”.

Centenario de la llegada de Enrique Nieto a Melilla
En 2009 tuvo lugar en Melilla la celebración del primer centenario de la llegada del arquitecto Enrique Nieto a Melilla discípulo de Antonio Gaudí, un homenaje sobre la personalidad y al personaje de Enrique Nieto considerado padre del modernismo melillense y responsable de la homogeneidad de una arquitectura que en gran medida determinó desde su puesto de arquitecto municipal entre los años 30 y 48.
Cartel Centenario 1909-2009

Para el homenaje del primer centenario de la llegada de Enrique Nieto a Melilla tuvieron lugar un ciclo de conferencias en la cuáles se enmarcaron por los lazos entre Melilla y Barcelona.

Una de las conferencias corrió a cargo del director académico del taller Gaudí de la Universidad Politécnica de Cataluña, Luis Gueilburt Talmazán, invitado por la ciudad autónoma de Melilla. El miércoles 18 de marzo de 2009 tuvo lugar la conferencia donde Luis Gueilburt analizó la arquitectura modernista de Gaudí y Enrique Nieto. Luis Gueilburt compartió experiencia junto a los melillenses expertos en Historia, Salvador Gallego Aranda, Rosario Camacho Martínez y Antonio Bravo Nieto encargados de dirigir el resto de conferencia programadas en esta jornada.

Melilla a la vez conmemoraba el Centenario de los acontecimientos de 1909, y lo hizo con la programación de una serie de actividades que organizadas por un Comité Ejecutivo creado hace unos meses y en los que participaron diversas instituciones de la ciudad, como la Comandancia General de Melilla, la Consejería de Cultura, la Dirección Provincial del MEPSyD, la UNED, la Autoridad Portuaria, la Fundación Melilla Monumental, la Asociación de la Prensa, la Asociación de Estudios Melillenses y la Fundación Gaselec.


Con motivo del centenario 1909 se diseñó el cartel adjunto para anunciar las actividades programadas en las jornadas de celebración del Centenario de los acontecimientos de 1909 coincidente con el centenario de la llegada a la ciudad del arquitecto Enrique Nieto y el nacimiento del escultor melillense Juan López López, la Ciudad Autónoma realizó un ciclo de charlas sobre 'Melilla y su patrimonio histórico'. En este cartel aparece la escultura del soldado que mira el Gurugú obra del escultor melillense Juan López López y detrás de ésta se encuentra el proyecto de ampliación realizada por el arquitecto Enrique Nieto conocida como el proyecto de almacenes “La Reconquista”.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Un paseo por "Melilla la Vieja"

Melilla La Vieja

El conjunto de Melilla la Vieja se compone de cuatro recintos separados por sus correspondientes fosos.
El origen de estos recintos hay que encontrarlo en la factoría de Rusadir que establecieron los fenicios en el siglo III A.C., que pasó a manos cartaginesas, y después a las de Roma, que en el siglo I D.C. la fortalecen, concediéndole el rango de colonia y puerto en tiempos del emperador Claudio.
El conjunto monumental de Melilla la Vieja, o "Pueblo", como popular y cariñosamente la llaman los melillenses, se compone de cuatro recintos separados por un foso a cortadura, los tres primeros construidos sobre el peñón calcáreo que se interna en el mar rodeado de murallas y torres levantadas entre los siglos XVI y XVIII. El último de los recintos, el cuarto, se encuentra muy deteriorado; destacan sus murallas en el Parque Lobera y a espaldas del Parador Nacional de Turismo sus fuertes del Rosario y las Victorias desde donde se disparó el cañón que determinó los actuales límites de Melilla, actualmente conocido como la Plaza de los Carros.
Fuerte de las Victorias
Tercer Recinto: A espaldas del Hotel Ánfora, en pleno centro de la ciudad está situada la Melilla del siglo XIX formada por los pequeños barrios del Fuerte de San Miguel, San Carlos, la Alcazaba (desaparecida) y el Mantelete, donde está la plaza de las Culturas, en la que existe la zona de aparcamientos. En ella se puede contemplar una panorámica sobre el foso de los Cameras y el frente abaluartado del tercer recinto amurallado de Melilla la Vieja que data del siglo XVIII.
Al pasar a través del túnel de San Fernando, situado en la muralla de la Falsa Braga, desembocamos en el Foso del Hornabeque, creado en el siglo XVII por el Capitán de Ingenieros Juan Martín Zermeño para separar el segundo y el tercer recinto defensivo.
Foso de Hornabeque
El camino discurre bajo los arcos del puente del mismo nombre que el foso. Ya en el puente y a su espalda se observa los elementos que componen el tercer recinto: Torre de la Alafia o Cinco Palabras, Cuartel de San Fernando, Baluarte de San Fernando, y Falsa Braga, en la cimentación rocosa de las murallas del segundo recinto unos huecos en forma de taza invertida utilizados como graneros que denotan la Melilla Prehispánica.
Antes de pasar el puente levadizo y de izquierda a derecha veremos: el Baluarte de San Pedro, la Cortina de Hornabeque y el Baluarte de San José, en la cortina está el túnel del mismo nombre y sobre él una lápida nos recuerda el "Suceso del Morabito" hecho que ocurrió en la Alafia antes de construir el Hornabeque y que narró Juan Ruiz de Alarcón en "La Manganilla de Melilla".
Plaza de Armas
Segundo Recinto: Tras pasar el túnel de Hornabeque, se llega a la Plaza de Armas y se descubre una espléndida vista de la Muralla Real de la Ciudadela, perteneciente al siglo XVI. La Plaza de Armas, hoy ajardinada, era hasta 1906 el Presidio de Melilla, lugar donde cumplían condena los desterrados, penados y confinados políticos.
En épocas de grave peligro armado para la Plaza estos condenados contribuyeron muy eficazmente, incluso en las armas, en la defensa de la ciudad. A la derecha de la plaza, cerca de los antiguos emplazamientos de los cañones de la batería en dientes de sierra, está situado el monumento a Carlos Ramírez de Arellano, gobernador de la ciudad, muerto en 1646 en una emboscada.
Al fondo de la plaza, a la izquierda, unas escaleras conducen a una terraza que en su interior estaban los calabozos del Presidio y desde la cual se puede contemplar la Ensenada de los Galápagos. Así como el Foso de Santiago, de origen púnico y terminado en época hispana, que separa el segundo y primer recinto. En el extremo opuesto del foso hay un muro sobre arco ovalado que contiene en su interior una galería de comunicación con los fuertes exteriores.
Puerta de Santiago
Para superar el foso está el puente levadizo que da acceso a la Puerta de Santiago por la que se accede al primer recinto histórico.
Primer Recinto: La Puerta de Santiago flanqueada por los torreones Desmochado y Beatas con capacidad artillería y casamata en su interior, es el monumento más genuino y representativo de Melilla la Vieja. Construido por el Capitán de Artillería Miguel de Perea en 1551 tiene sobre su arco el escudo de armas del Emperador Carlos I.
Tras la monumental puerta aparece en su interior la entrada a los torreones, el cuerpo de guardia la escalera de su terraza y la salida al antiguo foso, hoy Plaza de la Avanzadilla, del  antiguo cuerpo de guardia que controlaba el acceso a la Ciudadela. A continuación, se pasa por la minúscula Capilla de Santiago, con bóveda gótica, única muestra del gótico religioso en África.
Al final del túnel de Santa Ana se desemboca sobre la Plaza de la Maestranza, a la izquierda la obra maestra de los canteros renacentistas en Melilla: los aljibes. Aún se pueden ver en las piedras los signos o marcas de los maestros canteros.
Plaza de la Maestranza
Al fondo de la plaza se suben algunos peldaños de la escalera situada a la izquierda y ya en la parte alta, llamada Plaza de los Aljibes, aparece en primer término, la antigua Casa del Alcalde- Gobernador, y junto a ellas, la Torre del Reloj o de la Vela en la que el sonido de su campana señalaba la alerta de la Ciudadela.
Hoy este edificio alberga el Museo Municipal; desde éste se accede a la Batería Real y las torres de las Ampolletas, al asomarse a la muralla de la Ampolleta Nueva, se contemplan el puerto pesquero, los recintos históricos, toda la ciudad y el Gurugú al fondo. A la derecha de la plaza, se sube por la pendiente de la calle de San Miguel hasta llegar, tras el arco, a la plazuela de la iglesia.
Iglesia de la Purísima
La iglesia de la Purísima Concepción fue construida en el siglo XVII sobre los cimientos de la de San Miguel. Es la más antigua de la ciudad; aunque de fachada simple, en su interior, de tres naves, destacan los altares y retablos barrocos. Sobre el retablo del Altar Mayor, en el camarín: Nuestra Señora la Virgen de la Victoria (siglo XVI), Patrona coronada de la ciudad. Resaltar, a la izquierda, según se entra, la pila bautismal, del siglo XVI, y el Cristo de la Vera Cruz (de fines del siglo XV).
Cuando se sale de la iglesia, a la derecha, se atraviesa un callejón hasta llegar a la Batería de la Muralla Real.
Si se continúa con el ascenso de la cuesta, al asomarse por las murallas, se contempla abajo la Ensenada de los Galápagos y, al frente, el tercer y cuarto recinto, donde destaca el fuerte de Victoria Grande dominando la colina.

Baluarte de la Concepción
Al final de la cuesta se encuentra el Baluarte de la Concepción, la obra más antigua del conjunto amurallado, de fines del siglo XV. Hasta hace unos años albergaba el Museo Municipal y hoy en día se ubica allí la Escuela Taller.

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