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Lugar y restos del suceso |
Llegas del trabajo tranquilamente un viernes por la tarde y aparcas tu coche correctamente. Al día siguiente, sábado, no madrugas ni coges el coche para nada. Y lo mismo el domingo. De tal manera que el lunes, cuando vas a coger el coche para ir al trabajo, te encuentras que el color del mismo ha cambiado. En este caso ha dejado de ser negro y ahora tiene un color negro, pero con puntos blancos muy finos. Y lo más curioso es que esto sólo está en la parte derecha y en el capó.
Sorprendido vas al trabajo y cuando regresas investigas. Y entonces, preguntando a uno y a otro, te cuentan que el sábado por la mañana, pintaron una puerta de hierro con una pistola y como soplaba un poco el viento, el polvillo de pintura que suelta, se fue pegando a tu coche. Y por supuesto, nadie te ha dicho nada.
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Marcas bien claras de lo que se ha realizado |
Para más sorpresa tuya, y confirmando así la versión que te han dado, descubres que en la acera hay una marca de pintura blanca en el suelo y en la pared otra, con lo que ciertamente así ha sido. Y entonces te preguntas: ¿y esto lo cubrirá el seguro? Porque claro ahora el coche ha quedado pintado de una forma muy curiosa y así no lo vas a dejar.
Menos mal que esta historia no me ha sucedido a mí, pero sí a un vecino. Y es que han estado haciendo obras en uno de los portales y no se les ha ocurrido otra cosa que ponerse a pintar la puerta de entrada en la misma calle. Como soplaba un poquito de viento, el polvo de pintura ha ido a parar a los coches más próximos. Y claro, el de este vecino fue el más perjudicado. No me preguntéis quién fue el artífice de semejante ingenio, pero os lo podéis imaginar.
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Imagen del coche |
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Detalle del resultado que se ve claramente |
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