Plaza de España |
A finales del siglo XIX y tras la desviación del cauce del Río de Oro, en 1871 no seguía el curso actual, sino que iniciaba un giro a la altura del actual puente de Camellos, discurriendo sus escasas aguas por los terrenos que hoy ocupan el Parque Hernández y la Plaza de España, y su desembocadura en el mar lo hacía por el espacio donde se sitúa el Club Marítimo.
Plaza de España |
Fue un 22 de diciembre cuando dieron
comienzo las obras de desviación del mencionado río y dos meses y medio después,
concretamente el 7 de marzo de 1872 comenzaron a correr las aguas del Río de
Oro por su nuevo cauce, entre los cerros de San Lorenzo y Tesorillo Chico. Un
paraje conocido por “La Pasadilla”, para desembocar entre las playas de San
Lorenzo y los Cárabos.
Los trabajos efectuados consistieron en la
apertura de un canal de 650 metros de longitud por 16 metros de anchura, con un
desnivel de 2,30 metros. El costo de las obras fue de 45.000 pesetas de
entonces. Con las tierras que se extrajeron para formar el nuevo cauce del río,
se rellenó el antiguo. A continuación se procedió a la tala de los espesos
cañaverales existentes en las viejas márgenes, formándose una extensa explanada
junto a la Puerta de Santa Bárbara, antigua puerta de la ciudad, con desniveles
de dos y tres metros de profundidad, que pronto fue utilizada por el Ejército
como Campo de Instrucción.
Plaza de España |
1910
Consecuencia del progresivo crecimiento de la
población de Melilla, la Junta de Arbitrios en 1910 encargó un Plan de
Urbanización de la zona comprendida entre los barrios del Mantelete, Reina
Victoria (Héroes de España en la actualidad) y el Parque Hernández. Un lugar
hasta entonces ocupado por la antigua Puerta de Campo o Santa Bárbara, Torre de
Santa Bárbara y murallas, así como de la explanada o descampado, entonces
ocupado por barracas de cantinas y el Gran Cinematógrafo Moderno. Este Plan no
llego aprobarse.
Quiosco de prensa (Foto de José González Baeza) |
1911
En 1911 se produjo la segunda visita a Melilla
de S. M. el Rey Alfonso XIII, y entre los muchos actos oficiales que presidió,
hubo uno muy singular, el derribo, con su propia mano, de la primera piedra de
la muralla inmediata a la Torre de Santa Bárbara, procediéndose a continuación
a la demolición de la mencionada muralla y torre, por carecer ambas de utilidad
y representar un inconveniente al desarrollo de la urbanización de la zona. Una
vez derribadas quedó el lugar expedito para que se pudiera realizar la
construcción de la actual Plaza de España, que la población estaba demandando.
La Junta de Arbitrios es sesión celebrada en junio de 1912 acordó dar el nombre
de Plaza de España a la obra que se inició en esa explanada un año después.
Hacia el 1964-1965 (Foto de José González Baeza) |
1913
El día 11 de enero de 1913 fue nombrado
presidente de la Junta de Arbitrios José Villalba Riquelme, quien ordenó la
redacción de un nuevo proyecto de urbanización, el cual fue aprobado el 18 de
ese mismo mes y año, olvidado ya el proyecto anterior, el Plan de José de la
Gándara, en el cual se preveía una plaza de 180 metros de diámetro y el cual
quedo en suspenso.
El 22 de abril de 1913 dieron comienzo las obras
de la Plaza, consistente en la realización de un gran círculo de 170 metros de
diámetro, un jardín central y aceras intermedias, más otras aceras de diez
metros de anchura rodeando el anillo externo de la Plaza. Se instaló un kiosco
de periódicos acristalado que hacía frente al Café Alhambra, después Metrópoli
por último farmacia y sucursal banco mediterraneo, donde se vendía tabaco, el
periódico local, los diarios y revistas de la Península y algunos libros: en
los años veinte se vendían mucho los libros escritos e impresos en Melilla.
Uno era el dedicado al entonces
Principe de Asturias y del que era autor un oficial del ejército, Leopoldo
Aguilar de Mera que murió en combate y el otro libro era
una versión humorítica de la política africana de aquellos años a la par que
una sátira de los sueños del cabecilla Ad-El-Krim, de convertir el Rif, en una
república, y arrendado por el señor Boix, quien en aquella época tenía una
librería en la calle Prim, el Postal Moderno, artísticas farolas sobre bancos
de piedra y dos evacuatorios circulares con cúpulas de hojas de pizarra. Y como
árboles de adorno se plantaron palmeras y “ficus alba”.
Por no corresponder su alineación con la nueva Plaza, fue derribado el
primitivo edificio con el número 1 de la Avenida que se había construido en
1907, y contaba sólo de planta baja y un primer piso. La Junta de Arbitrios
obligó a su propietario David Melul, a proceder a su demolición y construir
otro edificio en su lugar guardando esta vez la debida alineación. La nueva
casa comenzó en 1915 y se acabó dos años después.
1914
Una vez terminada la construcción de la Plaza de España, en 1914, surgieron
varias iniciativas a fin de colocar en su centro una estatua o monumento que
sirviera para rendir homenaje al Ejército de África.
Primeramente se pensó en hacer una estatua al general Marina, pero éste se negó
a su realización. En 1922 se retomó la idea, pero no pudo iniciarse por falta
de recursos. Finalmente en 1925 la Junta de Arbitrios aprobó la iniciativa e
invitó a todos los municipios nacionales a participar en la obra, aportando
fondos para su construcción. Tan sólo consiguió 25 pesetas, por la falta de
medios económicos se paralizó el proyecto y a pesar de colocarse su primera
piedra el día 16 de agosto de 1927 por el General Sanjurjo, no fue hasta la
llegada de Cándido Lobera a la presidencia de la Junta Municipal cuando se
diera el impulso definitivo. A tal efecto se anunció un concurso fijando la
cifra de 89.000 pesetas para su ejecución.
Se adjudicó la obra al proyecto presentado por el escultor melillense Juan
López Merino, en colaboración con el arquitecto Manuel Díez Martínez.
Consistiendo en un obelisco de 14 metros de altura, bajorrelieves que
representan a la Matrona España llorando la pérdida de sus hijos muertos en
campaña y el ofrecimiento de la Cultura y el Progreso a las nuevas
generaciones. Otro componente del monumento, considerado como el principal, es
la figura del soldado que parece contemplar el Gurugú, como símbolo de nuestro
Ejército.
Héroes y Mártires de las Campañas (Foto de Ramón Carreño) |
1931
Coronando el obelisco figura una Victoria alada y en la parte posterior está
grabado en piedra el escudo de la República, pues el monumento se inauguró
pocos meses después de instaurarse ésta, el día 6 de septiembre de 1931 y coincidiendo
con la celebración de las Fiestas Patronales de la ciudad, a este monumento
llamado monumento a los Héroes y Mártires de las Campañas, se le añadió en 1971
una fuente luminosa.
En los años veinte en esta plaza apenas había tráfico rodado. Algunos carros de
Intendencia tirados por recios mulos, transportando los sacos de panes para la tropa, desde los cercanos hornos hacia los cuarteles, pequeños
vehículos y carretillas con mercancías del muelle y algún que otro pequeño y
negro Ford T llegando de las últimas posiciones conquistadas y que humeante y
sonando el estrepitoso claxon enfilaba la calle General Chacel, la gran arteria
de la Melilla de ayer y hoy
Los alrededores
Los años veinte convirtieron, durante una década, en un gran carroussel comercial
que giraba impulsado por las peripecias y necesidades de la guerra del Rif.
Entonces, la parte derecha de la plaza, entrando desde el muelle Becerra y a
partir de los barracones de La Remonta de la calle Duque de Almodóvar hasta
donde hoy se encuentra el antiguo edificio del Banco España, estaba limitada al
borde interior de la ancha acera por una alta empalizada compuesta de madera,
empalizada que ocultaba un basto terreno cubierto de hierbajos, un solar que
limitaba con la explanada del mercado al aire libre y las dependencias bajas
del cuartel del Regimiento de Caballería Alcántara. Terminaba su curva la
empalizada frente a las viejas maderas del Teatro Alfonso XIII, de familia
Aguado, enorme galeón encallado como una embarcación repleta de filmes en serie
de la Casa Gaumont.
Jardines (Foto de Regli Ramos) |
Junto a estas quincallerías de la plaza de España, surgieron, se fueron
instalando toda clase de establecimientos. Casi pegado al Casino Militar, un
café-bar instalaba sus mesas en la ancha acera, establecimiento que por las
tardes atraía una numerosa clientela para escuchar una pequeña orquesta que
interpretaba tangos, pasodobles de zarzuelas. Al extremo opuesto donde hoy se
alza el Banco de España un fotógrafo con su laboratorio de fotografía, recuerdos
de Melilla para enviar a la familia y otros varios negocios, como de una
espaciosa heladería y un asombroso correo, que tramitaba rápidamente
cualquier encargo, enviar un recado, una carta o el paquete de la madrina de
guerra para su ahijado. Era esta acera, la del gran bazar, la parte más
concurrida de la plaza, alborotada durante todo el día por el incesante ir y
venir de militares y paisanos, los gritos de los vendedores ambulantes y el
acoso de los pequeños limpiabotas de los reclutas invitándoles a teñir de un
marrón rojizo las botas de cuero vuelto recién estrenadas.
Fuente (Foto de Victoria Cereto) |
La parte de la plaza donde hoy está el Palacio de la Asamblea de la Ciudad
Autónoma de Melilla, Ayuntamiento de Melilla, era entonces un gran
solar cercado en toda su extensión por una barandilla de hierro. Al límite de
la Compañía Minera Setolazar, estaba la Capilla Castrense. En este explanada,
al finalizar la conquista de Alhucemas se celebró una exposición del material
de guerra cogido a los rifeños.
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