Casa de Baños en la actualidad |
Concedida la autorización para edificar, el 21 de octubre siguiente, se levantará el futuro Hotel Madrid dentro de la tipología constructiva predominante en esos años en la urbe, destacándose la ornamentación más acusada en las molduras adinteladas de las sobre
ventanas. El contratista de las obras será D. Gregorio Aldudo y la carpintería correrá a cargo de D.
Rafael Alba, encargándose de la
viguería de hierro D. Jacob
Salama, y sumando la obra un total de 63.100 ptas.
Edificio original |
Fachada |
Por lo que respecta a la fachada, decir que tendrá nueve vanos
por planta, adintelados los inferiores y curvos truncados los superiores, donde se desarrolla la flora ornamental propia del ya modernismo melillense. Pero, sin duda alguna, lo que más resalta es la solución final del inmueble con la enorme mansarda afrancesada que
nos habla de la tradición barroca gala que enlazará con el Art
Nouveau.
Derivación de ello serán los apliques forjados, a modo de cartela
o escudo nobiliario, en su balconaje de herrajes fundidos y preñados
de hojarasca en su arranque. Precisamente, en su ausencia en los pisos superiores, se vislumbra la adición de dos nuevas plantas que tendrá lugar al final de la década de los años treinta.
La marquesina, encrestada y con el rótulo del nombre del Hotel, será suprimida a principios de mayo de 1928, después de haber
corrido los tabiques —marzo— que separaban los almacenes de la
calle Alfonso XIII 24 —hoy Juan Carlos I Rey— y López Moreno
3, para instalar en su lugar, a finales de 1929, un anuncio luminoso.
Por estas fechas estarán los establecimientos: «La Castellana» de los
Sres. García y Romero y la zapatería «La Inglesa».
Concretamente, el 19 de enero de 1939, se informará favorablemente por el Arquitecto Municipal, que no es otro que el Sr. Nieto,
la citada reforma de planta baja, reconstrucción del principal y adicionar otras dos (190 m2, cada una), sin remitirse al Colegio de Arquitectos de Málaga por ignorarse si existe aquél, en esos momentos.
Balcones |
Esta nueva ampliación —visión actual, tras la reforma llevada a
cabo por el arquitecto Eduardo Caballero Monrós (1973-1977), según el Dr. Bravo— llevará consigo la supresión de las molduras del
2º piso, sustituyéndolas y unificándolas, al igual que en las nuevas,
con las utilizadas en el primero. En ellas, la combinación de ramas,
hojas y frutos cerrados, nos dan la apariencia de un mascarón antropomorfo con las fauces abiertas, cortejado, en sus extremos, por flores aisladas de cinco pétalos que se asientan en un pinjante vegetal.
Con ello se engrandece cuantitativa y cualitativamente la visión unitaria del edificio y la percepción de su arquitectura por parte del técnico, que reitera modelos anteriores en un momento donde lo racional empieza a sustraerle de formas
acusadas en lo ornamental.
En los bajos de la Avenida, se
establecen: «Calzados Revilla»,
«Dalamal» y D. Juan Lucas —electrodomésticos—, por la década de
los sesenta. Los comercios presentes en su última etapa serán: la cafetería-heladería «El Buen Gusto»,
la «Joyería Valderrama» (antigua
«Joyería Inglesa») —a la izquierda—, «Bazar Chinatown» y «Cha-
ranga» —a la derecha de la entrada
del Hotel—. En la sesión del 14 de
noviembre de 2005, el Consejo de
Gobierno de la Ciudad Autónoma
aprobará el expediente de transformación de usos para que, en el inmueble del antiguo «Hotel Avenida», pudiera asentarse la franquicia comercial Zara (Grupo Inditex),
la cual abrirá sus puertas el 24 de febrero de 2007.
Detalle de las ventanas |
Interesante estampa es la que nos da la fachada del Hotel a la
calle López Moreno. Considerada vía secundaria, limitará el coste
oneroso de su exorno en la funcionalidad de unos recercados sin ningún tipo de decoración —en sus bajos, desde la década de los 70, el
«Bar Piscis»—. El fachadismo, etiquetado de forma peyorativa para
el estilo, tal vez sea, más bien, el reflejo de la imagen de una socie-
dad que lo respalda.
La valía patrimonial de este hermoso inmueble radica, junto a
los valores estilísticos mencionados, en su proceso edificatorio. Éste,
no será otro que el utilizado con mayor asiduidad en el Ensanche
melillense: la adición de pisos, la cual refleja y depende, directamente,
del florecimiento de los establecimientos que alberga y, por ende, da
rango monumental a nuestra arquitectura doméstica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario