La familia descubre la placa de la calle |
El llamado “desastre de Annual”, se trató de una cadena de errores
militares que llevó al sacrificio de unos 13.000 efectivos, entre soldados y
oficiales del ejército español en África, entre el 17 de julio y el 9 de
Agosto de 1921, durante la guerra del Rif, en el norte de
Marruecos. El General Martínez Silvestre, amigo personal del Rey
Alfonso XIII, mando militar en la plaza de Melilla, encadenó una serie de
decisiones erróneas desde el punto de vista de la estrategia militar, adentrándose
en el Rif sin tomar precauciones, estableciendo posiciones defensivas aisladas
e inconexas, lo que unido a la ausencia de suministros básicos en la tropa, que
carecía de agua (se bebieron su propia orina para subsistir), alimentos,
munición, calzado…, etc., generó una masacre, a manos de las cabilas rifeñas,
inexplicablemente dotadas de armamento por el propio ejército español, al
mando del antiguo funcionario español en Melilla Abd El Krim, que atacaron en
clara superioridad los enclaves de Igueriben y Annual, donde
se encontraba el grueso del ejército español. El general Silvestre ordenó que
los 5.000 soldados de Annual emprendieran la marcha hacia Melilla. El repliegue
fue caótico, y se convirtió en una trágica desbandada. Oficiales y tropa huyeron
hacia la fortaleza de Dar Drius, mientras eran acribillados desde las alturas
por los rifeños. Alrededor de 2.500 hombres murieron en unas pocas horas.
Silvestre, según algunas versiones, se suicidó en su tienda en las primeras
horas. No se pudo comprobar porque su cuerpo no apareció nunca. Los cerca de
3.000 supervivientes, a los que se les había unido efectivos de todas las
posiciones cercanas en el camino hacia Melilla, llegaron días después, al
fuerte de Monte Arruit, a unos 30 km de Melilla. Tras un nuevo asedio de diez
días, el general Navarro, segundo de Silvestre, rindió la posición con la
autorización del general Dámaso Berenguer, Alto Comisario de Marruecos y allí
mismo fueron masacrados. Apenas salvaron la vida 60 hombres que fueron
hechos prisioneros en su mayoría.
Foto Merche Melilla |
El
desastre militar tuvo un eco político enorme en España, entre otras razones,
porque los reclutamientos se nutrían de las clases sociales más bajas, ya que
se podía evitar el llamamiento a filas mediante el pago de una cantidad de
dinero. Se multiplicaron las protestas y manifestaciones.
El general
de división malagueño Juan Picasso González, (primo de la madre
del pintor Pablo Ruiz Picasso), fue designado por el Gobierno para
que investigara en la propia plaza de Melilla los hechos ocurridos, si bien se
le impuso la limitación de que los acuerdos, planes o disposiciones del Alto
Comisario de España en Marruecos, el General Dámaso Berenguer, estrechamente
vinculado al Rey, quedaran fuera de sus investigaciones, y que debía limitarse
a los hechos realizados por los oficiales y tropa, a lo que se opuso por
carta al Ministro de la Guerra, ofreciendo la posibilidad de que se le
relevase de la comisión.
Foto Merche Melilla |
Pero
Picasso decidió no dimitir y se trasladó a Melilla, donde, con escasa ayuda,
trabajó durante nueve meses, en los que tomó declaración a setenta y nueve
personas, e intentó esclarecer los sucedido y delimitar las responsabilidades.
El 18 de
abril de 1922, el general entregó un abultado expediente conocido como el
“expediente Picasso”, compuesto de 2.433 folios, y un resumen final
redactado por él mismo al Congreso. El escándalo estaba
servido. Los diputados en el congreso mantuvieron agrias polémicas. Se
designaron varias comisiones parlamentarias para depurar responsabilidades al
más alto nivel, entre las que se incluían las del propio rey Alfonso XIII,
amigo íntimo de Silvestre a quien habría animado a avanzar de forma
irresponsable para llegar hasta la bahía de Alhucemas, (aunque no se ha
encontrado el telegrama, se cree que le felicitó por este medio con el texto
“olé tus huevos”).
Tras
diversas filtraciones a la prensa y la opinión
pública en las que se comentaba que pudiera tener responsabilidades
el propio rey Alfonso XIII, el 13 de septiembre, el general Primo de Rivera, con el apoyo del
Rey, dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes,
abortando cualquier proceso de depuración. La dictadura enterró así el
asunto, salvaguardó la imagen del rey y acabó definitivamente con las campañas
de Marruecos en 1925, tras una alianza con Francia, en el desembarco de
Alhucemas.
Foto Merche Melilla |
Convencido
de que Primo de Rivera quería destruir el expediente, el diputado Bernardo
Mateo Sagasta lo rescató guardándolo durante la dictadura en la Escuela de
Ingenieros Agrónomos, de la que era director, entregándolo de nuevo al Congreso
en 1931. Tras vivir en el olvido durante la dictadura franquista, apareció en
los archivos del Congreso en 1998, si bien de forma incompleta, posiblemente
mutilado por los responsables.
El
expediente puso de manifiesto la caótica situación del Ejército Español en
África, y delimitó la grave responsabilidad de los generales Silvestre y
Berenguer (Alto Comisionado de España en Marruecos), ambos estrechamente
vinculados al Rey Alfonso XIII, hasta el punto de que el propio Rey
designó a Dámaso Berenguer jefe de la Casa Real en 1924 y
Presidente del Gobierno en 1930, tras cesar a Primo de Rivera.
El 20 de
noviembre de 1.931, Don Alfonso XIII fue
procesado y condenado “in absentia” por el Congreso de los
Diputados, por su responsabilidad en los hechos.
Como es
fácil de imaginar, la figura del General Picasso ha sido objeto de diversas
descalificaciones tan falsas como interesadas. Se ha dicho que era
republicano, protestante, masón… etc., pero nada de ello es cierto. Era una
persona honesta, de gran rectitud, que demostró una enorme lealtad al Ejército
y al Gobierno que le designó, al no admitir ningún tipo de presión política.
Cuando le propusieron abandonar el expediente para ser ministro declaró
“prefiero seguir siendo un militar honrado”.
El 28 de
junio de 1994, la viuda de Juan Carlos Picasso (nieto del General) y sus doce
hijos, (la familia Picasso Martínez de Ubago), cedieron al Archivo histórico de
la Ciudad Autónoma de Melilla, toda la documentación que el General empleó para
la formación del expediente, que hasta ahora obraba en su poder. En el
legajo se incluye un resumen del expediente, con anotaciones manuscritas del
General, fotografías, planos, telegramas, informes, declaraciones de
testigos… etc., un verdadero tesoro para consulta de los historiadores.
Tras casi
124 años, el día 12 de mayo de 2017, Melilla rindió homenaje al General Juan
Picasso, poniendo su nombre a la antigua Carretera del Tiro Nacional, por ser
justo el mismo lugar donde, en octubre de 1893, cabalgó en solitario para
romper el cerco al que estaba sometida la ciudad tras la muerte del general
Juan García Margallo y pedir ayuda. El presidente de la Ciudad Autónoma,
calificó de “hazaña extraordinaria” y “acto heróico” el gesto del general
Picasso, que le valió la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración
militar. Para el acto se trasladaron a la Ciudad parte de su familia llegada de Madrid, Toledo, Granada y Málaga.
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