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Tumba del soldado de los milagros |
Cuando uno va al cementerio melillense, una de las cosas que le sorprende es el cuidado de una tumba en especial. Su propietario un maño (original de Cetina, Zaragoza), al que nunca le faltan flores frescas y la tumba limpia y cuidada. Y es que Benito López Franco, más conocido en Melilla como "el soldado de los milagros", tiene una especial devoción entre los melillenses.
Por lo que he podido encontrar, Benito llegó a Melilla a principios del año 1949. Fue destinado a los Regulares de Melilla para realizar el servicio militar obligatorio. Era un joven apuesto, de metro noventa y con dotes para la música. Tocaba la guitarra y como buen maño seguro que cantaba jotas.
Al parecer en su primer año de permanencia en Melilla, tuvo una historia de amor con la hija de un alto mando militar que ya estaba comprometida. Justo cuatro días antes de marchar de permiso para visitar a su familia en Cetina, murió, de forma extraña y sospechosa, en el botiquín del cuartel. Esto ocurría el 17 de enero de 1950. Su familia inició una investigación sobre su paradero, pero las referencias que de él se tenía eran escasas. Al final descubrieron que, oficialmente, se había suicidado con una cadena de váter. El vicario de la época le negó el enterramiento en tierra sagrada y se le inhumó en una zona del cementerio antiguamente conocida como Patio Civil, boca abajo y con la cadena que supuestamente le sirvió de herramienta para su suicidio.
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Flores frescas diariamente |
Pero los familiares y vecinos no creyeron la versión oficial y ante todo el oscurantismo que se creó en torno a su muerte comenzaron a dudar de la versión dada. Todo esto les llevó a hacerse multitud de preguntas y a que algunos investigadores se ocuparan del caso.
En 1977 se desplazan los familiares de Benito hasta Melilla y comprueban, tras la exhumación de los restos, que presenta una herida en la cabeza. Entonces se habla de que pudo morir de un tiro en la nuca. Más tarde, el testimonio del que fuera su mejor amigo y confidente, Alfredo Marruedo, contribuye a ahondar en las tesis del asesinato. Alfredo, en 1975 había desvelado a otro compañero de cuartel, poco antes de que se licenciara, de que Benito había muerto a golpes, le rompieron la cabeza, el brazo y por supuesto la vida.
La devoción de los melillenses por este soldado comienza en antes de que sus familiares vinieran a la exhumación. Para entonces, miles de melillenses se opusieron a que se lo llevaran de Melilla y su tumba aparecía diariamente cubierta de flores. Son muchos los que se acercan a él pidiendo algún milagro, que posteriormente testimonian como cumplido. El arzobispo de Málaga ha propuesto su santificación en alguna ocasión, pero su familia se ha negado.
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Tumba de Benito López Franco |
Todos los años, coincidiendo con el Día de Todos los Santos, algunos familiares de Benito se desplazan a Melilla para participar en el homenaje de devoción popular que se le realiza en la Ciudad. El hoy "soldado de los milagros" está considerado como Ciudadano de Honor, llegando a tener su propia placa recuerdo en la Plaza de San Lorenzo.
Así que Zaragoza está ligada a Melilla, no sólo como ciudad militar (Zaragoza también tiene gran importancia militarmente), sino que también por los santos y buenas gentes.