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sábado, 12 de octubre de 2024

La iglesia de la Purísima Concepción: patrimonio histórico de Melilla


La iglesia de la Purísima Concepción, construida en el siglo XVII en Melilla la Vieja, es uno de los templos más antiguos de la ciudad. Con su imponente retablo mayor y la venerada imagen de la Virgen de la Victoria, esta iglesia se ha mantenido como un importante símbolo religioso y cultural, atrayendo tanto  fieles como a visitantes interesados en la historia y el arte. Reabierta hace pocos meses es una visita imprescindible.

La Real y Pontificia iglesia de la Purísima Concepción es uno de los monumentos religiosos más emblemáticos de Melilla. Su construcción, que comenzó en 1687 y culminó en 1690, respondió a la necesidad de dotar a la ciudad de un templo acorde a su creciente población y relevancia estratégica.

Arquitectónicamente, el edificio es un claro exponente del barroco, con una planta rectangular y una nave central enmarcada por sencillas capillas laterales. En su interior se disponen columnas de orden toscano sobre un solado de mármol blanco y negro en ajedrezado diagonal.

Su retablo mayor, de notable valor artístico, está dedicado a la Virgen de la Victoria, Patrona Coronada y Alcaldesa Perpetua Honoraria.

La iglesia también destaca por su conexión con la historia militar de Melilla, lo que se refleja en su sobria y sólida fachada exterior, diseñada no solo para el culto, sino también para integrarse en el contexto defensivo de la ciudadela. A lo largo de los siglos, el templo ha sufrido varias restauraciones, siendo una de las más recientes consecuencia de los daños provocados por un terremoto en 2016.

Además de su importancia religiosa, la iglesia ha sido testigo de innumerables eventos históricos y ceremonias que han marcado la vida social de la ciudad.

Entre sus elementos más destacados se encuentran las imágenes de la Virgen de la Victoria y del Cristo de Limpias, piezas clave en la Semana Santa melillense, que reflejan la profunda tradición devocional de la comunidad local. Sin duda, es un monumento indispensable para comprender el patrimonio histórico y artístico de Melilla.

Melilla hoy

domingo, 18 de marzo de 2012

El Sitio de Melilla

Monolito a la entrada de la Ciudad Vieja
que simboliza el Levantamiento del Sitio
El día 19 de marzo, a parte de ser la fiesta de San José, en Melilla se conmemora otro suceso histórico relevante para esta ciudad. En otra entrada de este blog, Levantamiento del Sitio de Melilla, ya expliqué lo que se hacía dicho día. Pero hoy quiero contar el hecho tal y como lo he podido encontrar recogida en libros que narran la historia de la Ciudad.

a) Los propósitos de conquistar Melilla

Desde 1757 era Sultán de Marruecos Mohammed ben Abdallah, cuyo talante realista le llevó a considerar, desde 1763 en que pasó por su mente el sitiar a Melilla, a la que incluso llegó a acercarse, que lo mejor para sus intereses era lograr un estado de concordia con España, la única potencia capaz de intervenir directamente en los asuntos de Marruecos. Por esta razón en septiembre de 1765 ordenó a las cabilas cercanas a las plazas españolas el cese de toda actividad hostil, orden que, como de costumbre, fue ignorada por aquéllas, de forma tal que en 1768, firmado ya el tratado de paz de 28 de mayo de 1767, envió a su hijo Muley Alí en una expedición contra el Rif, al que, al parecer, arrasó por completo, sin que tal acción disminuyera la presión de los rifeños sobre Melilla.

Durante los prolegómenos al Tratado de Paz de 1767 se vio claramente que el Sultán no estaba dispuesto a incluir los presidios norteafricanos entre los afectados por aquél, que oponiéndose rotundamente a que se les suministrase las provisiones necesarias y a que se ensanchara su territorio, tal como se le había solicitado; sospecha manifiesta al incluirse en el artículo 16 del Tratado la advertencia de que "si por inadvertencia sucediesen algunos casos no conformes con los artículos estipulados, o con una verdadera o recíproca amistad que ambas naciones se deben profesar, no por ello deberá quedar anulado el tratado de paz". Un no demasiado sutil anuncio previo de lo que habría de ocurrir en la zona de Melilla siete años más tarde.

En años sucesivos, las noticias sobre la actitud del Sultán con respecto a los presidios españoles se hacen cada vez más preocupantes.

En 1768, una embajada inglesa a la Corte cherifiana trató sobre la ayuda a prestar por los británicos en caso de que el Sultán se decidiera a atacar a Ceuta o Melilla. En marzo de 1769 la plaza de Mazagán cae en manos de Mohammed ben Abdallah, hecho que posiblemente influyera en el ánimo del Sultán para intentar lo mismo con los presidios españoles. En los dos años siguientes, Sidi Mohammed hizo en persona dos nuevas expediciones al Rif que pudieron tener relación con la preparación de sus tropas con vistas a un posible asedio de Melilla. Los rumores sobre los propósitos del Sultán toman incremento a medida que transcurre el tiempo, por lo que en 1772 se nombra una comisión para el reconocimiento de las plazas menores, con el fin de comprobar su estado de defensa. El nuevo Gobernador de Melilla, teniente coronel Carrión y Andrade, propone la toma de la Puntilla y formar en ella un apostadero cubierto que defendiera ese flanco, considerado el más débil para una futura defensa.

Por fin, en 1773, los informes del cónsul general, don Tomás Bremond, confirman los propósitos de Sidi Mohammed ben Abdallah, sobre todo al comprobarse el creciente armamento en manos de los marroquíes, la mayoría de procedencia inglesa.

En junio de 1774, el Sultán tenía reunido un ejército numeroso y bien equipado de toda clase de medios, sobre todo de artillería, y aunque hizo correr la voz de que lo destinaba a someter a las tribus rebeldes, ya nadie se engañaba sobre sus verdaderos propósitos.

Las murallas y edificios fueron reforzados para
hacer frente a la artillería
Desde tiempo antes en Melilla se hacían las obras y preparativos necesarios para soportar un asedio dilatado. Desde la Corte madrileña avisaban a Carrión para que evitara el menor descuido y "estar con la mayor atención y vigilancia". Para adelantar en las obras había destinado una unidad de doscientos soldados, al mando de sus cabos y sargentos, que trabajaban día y noche ininterrumpidamente. El propio Carrión tenía establecido un programa de defensa, de corte numantino, por el que la Plaza se defendería recinto por recinto hasta concentrar, en caso necesario, a los supervivientes en el primero de ellos, donde resistirían hasta el final.

Para el mando militar de las fuerzas de defensa se nombró al Mariscal de Campo don Juan Sherlock, llegado a Melilla en junio de 1774, y se ordenó que los regimientos de Infantería de España y La Princesa estuvieran preparados en Málaga para su envío inmediato a la Plaza en caso de necesidad.

Conocida ya la decisión del Sultán, para quien el tratado de paz de 1767 solamente contemplaba el paco de no agresión por el mar y no por la tierra, el día 23 de octubre de 1774, el rey Carlos III declaraba la guerra a Sidi Mohammed ben Abdallah, y se aprestaba a la defensa a ultranza de Melilla y el resto de las plazas africanas.

b) El asedio de 1774-1775

Por fin, un 9 de diciembre de 1774 hacían su aparición en el campo exterior de Melilla las primeras tropas del ejército marroquí, comenzando para Melilla el trance histórico de mayor relevancia de su historia, por las condiciones del sitio impuestas por el Sultán y por las consecuencias que pudieran haberse derivado del éxito de éste en su intento de apoderarse de la Plaza.

Es difícil de estimar el número de sitiadores presentes en la zona. Se han dado cifras muy diversas que en algún caso se han elevado hasta los ciento veinte mil en el número de aquéllos. Tal cifra es evidentemente muy exagerada si tenemos en cuenta los problemas de intendencia que supondrían el suministro diario para tal cantidad de gente. Estimamos como más razonable una cifra comprendida entre veinte y treinta mil soldados de a pie y a caballo.

Melilla comenzó su defensa con una guarnición de 776 individuos de tropa, cifra que durante el transcurso de los hechos aumentó hasta los dos mil doscientos, incluidos en seis regimientos de infantería y las compañías de pie fijo, a los que hay que sumar 887 desterrados que también fueron utilizados en la defensa, utilizándoles tanto en las obras como en el combate, incluyéndoles en las unidades de la Plaza.

La Puerta de la Marina, reconstruida tras el asedio.
Desde el primer momento los sitiadores se emplearon en el asedio con todos sus medios, especialmente de artillería, que no dejó de lanzar proyectiles sobre la Plaza día tras día, hasta el punto de que a los veinte días de comenzado el sitio se estimaba que habían caído sobre los recintos cerca de 3.000 proyectiles de todo tipo, lo que había producido la destrucción de 60 casas, con un saldo de víctimas de 12 muertos y 135 heridos.

Con evidente retraso, el día 12 del mismo mes se habían embarcado para la Península a la mayoría de las mujeres, niños y ancianos, aunque algunas esposas de combatientes se negaron firmemente a embarcar pese a la orden dada por el Gobernador, y permanecieron en Melilla colaborando en la defensa.

La escuadra del capitán de navío don Francisco Hidalgo de Cisneros participó en la defensa con cuatro fragatas, ocho jabeques y cuatro navíos, cuidando de mantener libres las comunicaciones con Málaga e impidiendo que el enemigo recibiera ayuda por mar, al mismo tiempo que utilizaba su artillería en el bombardeo del campo marroquí.

Durante el asedio se hizo uso de un tipo de guerra inédito hasta entonces en la Plaza: la guerra de minas. El ejército de Mohammed ben Abdellah pretendió introducirse en el Cuarto Recinto de Melilla por medio de obras subterráneas, a lo que se hizo oposición desde dentro utilizando contraminas que, mediante oportunas voladuras, impidieron que el enemigo lograra sus objetivos.

Transcurridos tres meses del asedio, en el que Melilla quedó arrasada en sus casas y muy dañada en sus fortificaciones, el Sultán Mohammed ben Abdellah dio por imposible su intención de tomar la Plaza. El país contiguo había sido prácticamente "comido", en expresión marroquí, el gasto en artillería había sido inmenso y las arcas del emperador estaban esquilmadas. El 19 de marzo de 1775, las últimas tropas del Sultán abandonaban la vega y concluía el sitio con un saldo final de víctimas indeterminado por ambas partes.

Escudo de Carlos III en el Torreón de San Juan,
reconstruido tras el asedio.
El sitio de Melilla fue ocasión para que resucitara la intención, por parte de algunos de los ministros de Carlos III, de abandonar la Plaza e incluso volarla, y aunque, al parecer, el Rey estaba de acuerdo con ellos, la idea fue olvidada con el paso del tiempo.

c) Consecuencias

El sitio de Melilla supuso que durante dos años aflojara la presión exterior de los cabileños, cuyos medio de vida habían quedado totalmente destruidos, habiéndose sumado éstos a la rebeldía general existente en el país por las grandes cargas de impuestos exigidas por el Sultán para recuperar la hacienda exhausta.

No cesaron, sin embargo, en años posteriores, las amenazas sobre Melilla, incluso en los posteriores a la firma en 1780 de un Convenio de Amistad y Comercio. (Casi podemos decir que han llegado hasta nuestros días, como puede leerse en la prensa reciente: La Audiencia Nacional juzga a nueve islamistas que querían "liberar" Ceuta y Melilla) Habían vuelto las cabilas  cercanas a la antigua actitud beligerante, y cuando el Gobierno español expresó sus quejas al Sultán, el emperador respondió, en reconocimiento de impotencia, que sus súbditos cercanos a Melilla llegaban "al extremo de mostrarse insolentes con él".

En marzo de 1782 se dio el caso insólito, aunque repetido años más tarde, de firmar una paz particular entre las cabilas de Guelaya y el gobernador de Melilla, comprometiéndose ambas partes a un armisticio. Lo más singular de la situación fue que en la firma no intervinieron los gobiernos de España y Marruecos ni aún el Capitán General de la Costa de Granada, aunque el acuerdo fue ratificado más tarde por las Cortes de Madrid y el Majzén marroquí.

En el mes de julio siguiente fue advertido Floridablanca de que el príncipe Muley Abderrahmán pretendía ir a Melilla, para tomarla y convertirla en capital de una regencia bajo su autoridad, pero, muy al contrario, el príncipe fue recibido en la Plaza con todos los honores, donde incluso pernoctó durante dos noches, produciendo una magnífica impresión entre la guarnición.

En Melilla se procuraba estar en los mejores términos con los rifeños fronterizos, permitiéndoseles incluso curar sus enfermedades en el hospital de la Plaza, aunque, como era ya costumbre, la armonía entre españoles y rifeños era siempre temporal, y pronto volvieron de nuevo las agresiones y las bajas como consecuencia de ellas.

domingo, 11 de marzo de 2012

Situación geográfica de Melilla

Vista aérea de la Ciudad desde el Sur en la que
se aprecia el Cabo Tres Forcas
Hace unos días estábamos jugando al parchís por internet. Como es normal, los jugadores suelen presentarse y decir de dónde son. El primero dijo: Valencia, el segundo señaló: Oviedo, el tercero dijo que era de México y finalmente nosotros indicamos que éramos de Melilla. Rápidamente el de México comentó que de allí era la "Reina del Sur", con lo que dedujimos que había visto la famosa serie originada a partir del libro de Pérez Reverte. Pero lo que más me sorprendió fue la contestación de la chica de Oviedo, que indicó que Melilla estaba en Marruecos, y que no sabía que allí se hablase castellano. Es sorprendente, que todavía halla gente que crea que Melilla no pertenece a España o que piensen que esta ciudad es una colonia española. Así que para todos ellos, vamos a dedicar esta entrada a descifrar, dónde está Melilla, que por otra parte es España.

La ciudad de Melilla está situada en la orilla sur del Mar de Alborán, en la base oriental de la península de Tres Forcas, entre la meseta de Beni-Chicar al norte y la Mar Chica y las estribaciones del antiguo volcán del Gurugú al sur. Ocupando una superficie administrativa de 13 kilómetros cuadrados. Dista 114 millas de Málaga y 97 de Almería.

Comprende al norte la llanura de Rostrogordo y la cuenca del arroyo de Tigorfaten. Al este, limitada por el mar, comprende dos tramos costeros claramente diferenciados; comenzando por el norte, los acantilados de Aguadú, que deben su nombre a la existencia de manantiales de agua dulce en sus orillas, la Punta de Rostrogordo, los cortados de Horcas Coloradas, la Punta del Morrillo y nuevos acantilados más bajos en la Alcazaba hasta llegar al peñón de Melilla la Vieja, en la ensenada de los Galápagos (los galápagos son reptiles que viven en agua dulce, por lo que su nombre debe relacionarse con la existencia en el pasado de manantiales de agua en la base del peñón). Continuando la costa hacia el sur del puerto, ésta es baja y arenosa, formando playas, primero la de San Lorenzo, separada por la desembocadura del río de Oro de la playa de los Cárabos.

Barrio de la Alcazaba que bordean la ensenada de
los Galápagos, al fondo el Cabo Tres Forcas.
Finales del siglo XIX.
La desembocadura natural del río fue desviada desde su emplazamiento junto a Melilla la Vieja, aproximadamente en los terrenos ocupados hoy en día por el Club Marítimo, hasta la actual desembocadura. Continuaba un pequeño tramo de costa protegida con dique de piedra (esta zona era la que sufría con mayor intensidad el oleaje de levante) hoy regenerada como playa en el el Hipódromo, terminado nuestro territorio en la playa de la Hípica y el dique sur, entrando así en territorio marroquí en la lengua de arena que cierra la laguna costera de la Mar Chica. En la zona neutral de 500 metros exterior a nuestro territorio, se extendía la llamada localmente playa de Miami, muy visitada por los melillenses hace décadas, incluyendo servicio de autobús y hoy ocupada por las instalaciones del puerto de Nador. El sur está delimitado por completo por las laderas del Gurugú. El oeste limita con las poblaciones de Farhana y su arroyo, el valle del río de Oro y el poblado de Mariguari. El territorio está dominado por la depresión del río de Oro, cauce principal de Melilla, bordeado por alturas al norte y al sur y algunas colinas aisladas. La altura máxima se sitúa al norte, en Rostrogordo, con 130 metros de altura.

La cuenca hidrográfica del río de Oro va recogiendo afluentes en sus orillas. Por el norte el principal es el Tigorfaten, con recorrido de ida y vuelta, pues entra en nuestro territorio cerca de Rostrogordo para salir a terreno neutral por Mariguari y unirse al río de Oro. Prácticamente urbanizados, vertían sus aguas los barrancos de la Cañada y Cabrerizas, los de Tiro Nacional y del actual polvorín. Por el sur llega al río de Oro el arroyo Farhana paralelo a las "400 viviendas", junto a un pequeño cauce procedente del arroyo de Sidi Guariach, cercano al cementerio musulmán fronterizo del mismo nombre. Debemos señalar finalmente un cauce independiente que recoge sus aguas de las laderas del Gurugú, que antiguamente transcurría por el Barrio del Real hacia el Hipódromo y que fue desviado cruzando actualmente por la misma frontera de Beni Enzar, desembocando en el supuesto territorio neutral junto al dique sur.

viernes, 11 de marzo de 2011

El Cargadero de Mineral

Cargadero de Mineral

El Cargadero fue construido por la Compañía Española de Minas del Rif, entre los años 1920 y 1925. Su construcción en hormigón armado lo hace único entre los cargaderos de mineral españoles, ya que fue un modelo poco común, acaso único entre las instalaciones de carga de mineral, por el diseño y grado de mecanización.

Con anterioridad, antes del siglo XX, no había existido la posibilidad de construir un cargadero de mineral en Melilla, habida cuenta que las explotaciones mineras en suelo marroquí no eran permitidas hasta después de la Conferencia de Algeciras, celebrada en 1906. En ese sentido, las obras más sobresalientes relacionadas con el embarque de minerales, realizadas con anterioridad a la entrada en servicio del Embarcadero Mineral fueron: Muelle de becerra y Dársena de Santa Bárbara, embarcadero provisional y otros puntos de embarque.

El Cargadero llevaba asociado un parque de almacenamiento de mineral con capacidad para 90/100.000 toneladas y dos puentes de hormigón armado para el acceso de los trenes al depósito: uno sobre el Río de Oro y otros obre la carretera Melilla-Nador. Constituyó uno de los departamentos más importantes del complejo minero de la Compañía: mina a cielo abierto y subterránea, planta de quebrantado y clasificación, hornos de desulfuración, lavadero de mineral, central generadora de electricidad y ferrocarril.

Vista del Cargadero desde la Ciudad Vieja
La parte conservada del conjunto de la instalación: cargadero, viaducto y puentes, constituye una verdadera joya de la arqueología industrial, que refleja la importancia de la actividad minera de Melilla en un tiempo no tan lejano, siendo catalogado en su día como "elemento singular de la arquitectura industrial".

En los años 90 se remodeló y acondicionó con locales nocturnos. Pero esta iniciativa duró unos años, ya que la gente salía de los locales con alguna copa de más y se montaban muchas peleas, llegando incluso a sacar navajas.

Tras esto se volvieron a arreglar y se dejaron como oficinas y locales comerciales. En el 2001 se montó la primera tienda de Stradivarius en Melilla, precisamente en el Cargadero. Traían la ropa muy barata y los modelos que se vendían eran los que llevaban los cantantes de Operación Triunfo, que por aquel entonces estaba iniciando su andadura. Hoy la mitad están cerrados o abandonados y la otra mitad han sido adecuados por el Ayuntamiento para montar pequeñas oficinas y servicios públicos.

La segunda parte del Cargadero, la que da al mar puerto, está totalmente vacía. Hace unas semanas, el Ayuntamiento propuso la ubicación de oficinas de atención a la juventud en esas instalaciones. De momento no se sabe nada de esta idea, pero sería una buena forma de mantener este edificio tan emblemático en Melilla.
Cargadero de Mineral y Torres V Centenario
Vista del interior (locales)


martes, 25 de enero de 2011

Cementerio de la Purísima Concepción

Entrada al Cementerio de la Purísima
Si hay un lugar en España que sea testigo de gran parte de la historia militar española y de las campañas realizadas en el Norte de África, ése es el cementerio municipal de la Purísima Concepción de Melilla. 

Se inauguró el 1 de enero de 1892 bajo la avocación de la Purísima Concepción. El primer enterramiento fue de un niño de cuatro meses.

Desde su inauguración en el año 1892, se calcula que, en sus casi 50.000 metros cuadrados, hay enterrados alrededor de 12.000 militares, algunos de ellos de renombre, como el brigadier Villacampa, el general Margallo o el comandante general de Melilla Manuel Romerales, que pagó con su vida el no querer apoyar el alzamiento militar de 1936. 

Sin embargo, junto a esos nombres conocidos, hay otros muchos anónimos, repartidos entre los distintos panteones con los que cuenta el camposanto melillense.

Y es que las distintas campañas realizadas en África dejaron en el camino muchas víctimas que, hasta la apertura del cementerio de Melilla y sus años posteriores, se encontraban enterradas en hasta 58 cementerios, repartidos por todo el Protectorado. 

Entre esas víctimas hay más de una treintena de laureados de San Fernando, la máxima distinción del Ejército, que se concede por acciones heroicas. 

Construcción del Cementerio
Seis de esos laureados se encuentran en el Panteón de Margallo, nombre que recibe de Juan García Margallo, gobernador de Melilla en 1893, año en el que se inicia la primera campaña militar en la zona del Rif. 

En el mismo panteón también se encuentran algunos restos anónimos del conocido como Desastre del Barranco del Lobo, en 1909, y del que se conmemora el centenario. 

Precisamente, con el sobrante de las cantidades recaudadas para los heridos y fallecidos de 1909, alrededor de 80.000 pesetas, se ordenó construir otro panteón, el de los "Héroes". 

El Rey Alfonso XIII fue el encargado de poner la primera piedra el 7 de enero de 1911, y que hace unos días celebrábamos el centenario, durante su segunda visita a Melilla, y hoy día constituye uno de los espacios arquitectónicos más importantes del camposanto. 

Elaborado en piedra y mármol, entre sus paredes hay enterrados otros 22 laureados, mientras que en su sótano se cuenta con restos de la batalla de Monte Arruit, donde se contabilizaron casi 3.000 cráneos de víctimas. 

Legionarios, soldados de Caballería y regulares también cuentan con un panteón propio, así como las muchas víctimas que perecieron en 1921, en el Desastre de Annual, entre ellas algunos musulmanes, que se hallan enterrados en el "Patio de las Ánimas". 

Pero no sólo hay héroes, sino también personas que pasarán a la historia por todo lo contrario, como el cabo primero Máximo Testa, nombre que tomó Andrea Ghira, uno de los criminales más buscados de toda Italia por el crimen del Circeo y que murió en Melilla en 1994. 

La historia militar más reciente de España encuentra así un espacio en Melilla, donde se puede asegurar que está el cementerio "más importante" de estas características. 

Curiosamente, la tumba más venerada de todo el cementerio es la de un joven soldado de Cetina (Zaragoza), Benito López Franco, hallado muerto en el baño de su acuartelamiento en 1950 y al que los melillenses conocen como "El Soldado de los Milagros".



lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuevas del Conventico

Las cuevas del conventico están situadas en la muralla de la cruz, dentro del primer recinto amurallado de Melilla vieja.

Cuevas del Conventico
El origen primero de las cuevas debió ser alguna gruta natural que, probablemente, fue usada por los fenicios en sus escalas en Rusadir y posteriormente por romanos, árabes y españoles.

En el siglo XVIII y ligadas al sitio de Melilla, impuesto por el sultán Sidi Mohamed ben Abdalah desde diciembre de 1774 hasta marzo de 1775, cuando adquieren gran importancia por ser ampliadas para poder albergar las imágenes de la iglesia de la purísima concepción, así como a las autoridades militares y religiosas y familias de Melilla.

Son muchas las obras de rehabilitación que se han llevado a cabo en las cuevas, con el fin de preservarlas en el tiempo.

Arco parabólico
Los dos principales problemas existente eran: el estado del acantilado sobre el que se encuentra la muralla de la cruz y las bóvedas del segundo nivel, a menos de 30 cm de firme de la carretera. Así mismo la gran cavidad existente a nivel del mar con un diámetro de 20 metros y una altura de 25, suponía otro grave problema.

Se realiza un primer conjunto de obras (1993-95) cuyo principal resultado es el arco parabólico que llega hasta el mar.

Dado que los problemas persisten se acomete un segundo conjunto de obras (1998-2000) en el cual se efectúa la rehabilitación integral del segundo nivel, el más amplio y desconocido de los tres y su comunicación con el tercer nivel, históricamente separado de los otros dos.

Escalinata de bajada a la playa
Otro importante proyecto que se lleva a cabo es la construcción de una gran escalinata de piedra adosada al acantilado, obra que tiene una doble finalidad, por un lado facilitar el acceso por tierra a la cala de Trápana, cosa antes imposible y por otra parte servir de soporte a la muralla, protegiendo el desgastado paramento rocoso.
Cuevas del Conventico

Desde la playa

Escalinata a la playa

Cuevas del Conventico

Desde la playa

Cuevas del Conventico

Ventanas de las Cuevas

Cuevas del Conventico

Cuevas del Conventico

Señal de los canteros

Cuevas del Conventico

Vista de la playa

Cuevas del Conventico

Cuevas del Conventico

Arco parabólico

Cuevas del Conventico

Cuevas del Conventico

Escalinata

Arco

Arco parabólico

Roca del arco

Cuevas del Conventico

Cuevas del Conventico

Vista de las cuevas

Desde las ventanas de las Cuevas

Cuevas de Conventico


Paseo sobre el mar

Cuevas del Conventico

Arco parabólico

Mirador

Vista desde la playa

Cuevas del Conventico

Cuevas del Conventico

Cuevas del Conventico

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