El desarrollo de la arquitectura en Melilla se debe a ciertas circunstancias:
Socialmente, Melilla sufre un gran crecimiento de población debido a la inmigración y las campañas militares, provocando un crecimiento extraordinario de la construcción para albergar a la nueva población. Esto provoca un impacto económico, que genera beneficios y mueve capital dentro de la sociedad local, viéndose involucrados arquitectos/ingenieros, contratistas, maestros de obras, artesanos, obreros, industrias, empresas. Todo este crecimiento, planeado o espontáneo se ve agravado por las dimensiones de Melilla, tan solo 12 kilómetros cuadrados.
Los comerciantes e industriales catalanes fueron los primeros en acudir al mercado que se abría al norte de Marruecos, desde 1906, cuando ya se recorrían esos territorios para conocer la demanda del mercado, incluso llegaron a pedir, ese mismo año, conexiones marítimas directas entre Melilla y Barcelona. A parte del comercio e industria, existían empresarios interesados en invertir en la zona, en minería y ferrocarriles principalmente, así el Marqués de Güell (Juan Antonio Güell y López), recibió una subvención por Real Decreto 10 de agosto de 1907 de las Cortes Españolas, a la "Sociedad Hispano Africana", que él mismo dirigía, para cometer las obras del Puerto de Melilla.
La economía en Melilla no estaba basada en ningún tipo de industria, por ejemplo en 1914 de 1868 establecimientos, 1122 estaban dedicados a la alimentación (de éstos 213 eran tiendas de comestibles y 152, cafés y restaurantes). Fábricas propiamente dichas sólo había 38 y muy pequeñas, la mayoría relacionadas con la alimentación y solo 16 relacionadas con la construcción, como la fabricación de ladrillos, caleras, etc. Con el paso de los años no proliferaron las industrias, así pues la base económica de Melilla fue el sector servicios, tanto los vinculados al comercio como los ligados a funciones administrativas del estado, de transporte, bancarias, etc.
En realidad, el estado fue realmente el gran inversor en Melilla, ya que, un hecho de armas como el acometido allí, provocaba la venida de miles de soldados y éstos acarreaban elementos civiles tras de ellos, iniciando un proceso de aumento de las necesidades y el consumo. Con cada guerra, se aumentaba el crecimiento económico de Melilla.
Las principales instituciones estatales que estructuraron la ciudad de Melilla fueron el Ministerio de Guerra, la Administración Local y la Junta de Fomento. Otras instancias que también participaron, pero en menor medida, fueron Hacienda, el Ministerio de Justicia o el Banco de España.
El crecimiento de población en Melilla fue provocado principalmente por las campañas militares, por lo tanto, la inmigración era la principal causante de éste incremento y el factor que contribuye a modificar el aspecto urbano de un determinado territorio. En 1920 ya se superaban los 50.000 habitantes en Melilla, este flujo de inmigración fue lento pero constante, durante toda la fase del protectorado y en periodos posteriores.
La población inmigrante provenía básicamente de Valencia, Cataluña (población ligada al comercio y a las profesiones liberales) y Andalucía (población campesina y obrera, mayoritariamente de las provincias de Málaga y Almería). Otros orígenes de población ligados a Zaragoza, otros que regresaban de Argelia, y otras procedencias.
Debido a la procedencia de inmigración de Cataluña, encontramos en Melilla apellidos como Barella, Guitart, Colomer, Carles, etc., realizando actividades mercantiles.
El resultado directo de la inmigración masiva fue la clase obrera, ésta clase social era muy heterogénea y representaba generalmente mano de obra poco especializada procedente la mayoría de zonas rurales de Málaga y Almería. Esta población, se asentaba donde podía garantizar su sustento mínimamente, los proyectos públicos subvencionados por el estado, a través de las obras del puerto o las municipales, eran la principal manera de ofrecer trabajo a éste sector de la población. El problema aparecía cuando éste sustento se agotaba, quedaba en el paro o emigraban voluntariamente, ejemplo fue la inmigración de albañiles de Melilla a Tánger a principios de los años cincuenta. Los barrios melillenses, son en definitiva consecuencia de la autoconstrucción y el barroquismo, provocado por la necesidad de alojamiento de ésta clase obrera.
Como ya hemos comentado, la burguesía melillense sería el principal cliente de los arquitectos locales, ésta burguesía aprovechó las circunstancias que se daban en Melilla para iniciar actividades económicas ligadas a la construcción extraordinariamente rentables.
Los contratistas de obras o industriales dedicados al sector de la construcción también fueron un activo sector de propietarios como Francisco Jiménez Martínez, Pedro Martínez Rosa, Manuel Perelló López, Julio Poyal Sola, Luis Raya Pérez, Celestino Roselló, Lázaro Torres, José Zea Serrano, Albaladejo, José Amigó, Antonio Baena, Joaquín Burillo, José Montes Hoyo, Juan Florido Santos o Miguel Gómez Díaz. A parte contratistas, también fueron propietarios los arquitectos Enrique Nieto, Francisco Herranz Martínez o José González Edo.
Otra característica que afecta a la arquitectura de Melilla, ha sido siempre la gran movilidad en la propiedad inmobiliaria, esto produce un gran volumen de compraventas, éste hecho tendrá una gran influencia en la conservación y modificación de los edificios y en la imagen actual de la ciudad.
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