sábado, 16 de octubre de 2010

Plaza de Armas

Plaza de Armas
Tras pasar el túnel de Hornabeque, se llega a la Plaza de Armas y se descubre una espléndida vista de la Muralla Real de la Ciudadela, perteneciente al siglo XVI. La Plaza de Armas, hoy ajardinada, era hasta 1906 el Presidio de Melilla, lugar donde cumplían condena los desterrados, penados y confinados políticos. 

En épocas de grave peligro armado para la ciudad, estos condenados contribuyeron muy eficazmente, incluso en las armas, en la defensa de la ciudad. A la derecha de la plaza, cerca de los antiguos emplazamientos de los cañones de la batería en dientes de sierra, está situado el monumento a Carlos Ramírez de Arellano, gobernador de la ciudad, muerto en 1646 en una emboscada.
Monumento a Carlos Ramírez de Arellano
Al fondo de la plaza, a la izquierda, unas escaleras conducen a una terraza que en su interior estaban los calabozos del Presidio y desde la cual se puede contemplar la Ensenada de los Galápagos.

Antes de su reforma, el piso estaba formado por cantos rodados y los jardines eran de la conocida "uña de gato". El lugar disponía de bancos de ladrillo y algún que otro cañón de la época a modo de decoración.

El camino principal lleva desde la Puerta de la Victoria hacia la Puerta de Santiago, que guarda el acceso al Primer Recinto fortificado de Melilla la Vieja.

Vista de la Muralla Real y la Batería Real
El Segundo Recinto está constituido por una meseta utilizada, tradicionalmente, como Plaza de Armas que está delimitada al norte por el acantilado que se abre a la Ensenada de los Galápagos; al este por la contraescarpada del Foso de Santiago; al sur por el lienzo en Llares o cremallera; y, al este, por el Hornabeque.

Prácticamente todo el recinto ha sido completamente transformado al llevarse a cabo, de manera un tanto insólita, el Plan Especial de Rehabilitación del Recinto Interior (PERI) de Melilla la Vieja, ya que se ha transformado la plaza diáfana en un anfiteatro escalonado al que todavía no se le ha asignado función. En estas páginas podrá el lector observar las diferencias entre la disposición de antaño y la actual que se le ha dado.

Plaza de Armas y al fondo la Muralla Real
Hay que destacar que durante las obras de reformas se descubrieron restos arqueológicos, entre los que se destaca, según Pilar Fernández Uriel (UNED Madrid): "junto a los magníficos lienzos de muro de época helenística, se descubrieron los restos de unos cimientos de estructura semicircular. Estos restos exhumados, en principio, resultaban difíciles de identificar e interpretar debido a su mal estado de conservación. El Dr. Villaverde sugirió que podríamos encontrarnos ante los restos de un ninfeo. Esta interpretación, tan acertada como sugerente, plantea varias cuestiones: ¿Por qués se construyó allí, precisamente un ninfeo?...." Así, se empezó a cuestionar y debatir sobre los restos aparecidos de la Melilla antigua, conocida como Russadir, que, al parecer sin duda, se enclavó, principalmente, en este segundo recinto como demuestra este ninfeo, monumento de carácter ornamental e hidráulico dedicado a las ninfas, hijas de Zeus, que personificaban las fuerzas naturales.

Desde el Túnel de la Victoria
Estos restos influyeron para que se intensificara una campaña de excavaciones que ha dado sus frutos, numerosos restos romanos y de anteriores civilizaciones datan ya esta zona.

Sin embargo, no se pudo evitar que se instalara la mole de hormigón que hoy guarda para el futuro lo que nos legó el pasado.

Por lo demás, el Segundo Recinto, primer espacio que utilizaron los españoles para vivir desde su llegada, tiene hoy en día la disposición que se le dio a principios del siglo XVIII, cuando, según Jesús Sáez Cazorla, "se construyeron varios cuarteles para ubicar el presidio de la ciudad con capacidad para más de 300 hombres. En 1764, el Penal de Desterrados contaba con una serie de cuevas excavadas  en la roca que servían  de calabozo y que todavía pueden visitarse. Existía también una noria para extraer agua potable, aunque su calidad no era muy buena, por ser gorda y salitrosa y para el consumo humano se depuraba en los aljibes del Primer Recinto". Esta noria es otra prueba, junto al ninfeo, de que la zona se habitó desde antiguo por la existencia de agua potable, además de ser el lugar idóneo para defenderse. De hecho, ese pozo fue utilizado hasta bien entrado el siglo XX.

Al fondo la Puerta de Santiago
En esta plaza, se ubicó también la primera iglesia de la ciudad, la Ermita de la Victoria.

Como hecho a destacar, entre los que sucedieron a través de los siglos, está el pasaje de "la Manganilla de Melilla", de Juan Ruiz de Alarcón (1612), que trata de un supuesto encantamiento de la guarnición de Melilla por parte de Adi Mahamete Bu Balac, morabito de la zona, para tomar la plaza sin resistencia por parte de los imazighen de la zona. Los españoles añadieron más bulo al supuesto encantamiento y cuando los seguidores del morabito intentaron tomar la plaza: "entraron portando bandera, y al pasar la segunda puerta hallaron a un lado de ella varios soldados armados, al pensar que estaban encantados dieron a acometerlos, por lo que se hizo sonar la campana, haciéndose fuero y matando a 150, el resto con el morabito incluido escaparon al saltar las tapias de la Alafia por su poca altura".

Antiguas escaleras de acceso 
Por lo demás, también quedan testimonios de aquellos españoles que fueron desterrados a estas tierras, unos por delincuentes y otros, por discrepar del gobierno de turno, como les pasó a la mayoría de los ilustrados pero, eso, es otra historia.

Durante mucho tiempo la Plaza de Armas estuvo en obras y lleno de zanjas que dejaron al descubierto los restos de otras civilizaciones que pasaron por Melilla. Muchos de estos restos han sido trasladados al Museo de Melilla, que hace un recorrido por la historia de Melilla.

En el segundo recinto destacan estos puntos de vista:

1.- Centro de la Plaza de Armas Situados en el centro de la Plaza, mirando hacia los cuatro lados, se observa hacia el este la Batería Real, el foso y baluarte de Santiago; al norte, una elevadura escalonada, construida en los últimos años con la excusa de la rehabilitación de la zona; al este, la salida de la plaza a través del Hornabeque; y, al sur, el Baluarte de San José Alto, y los Llares o dientes de sierra.

Plaza de Armas antes de la reconstrucción
2.- Encima del antiguo presidio Sobre el antiguo presidio, hoy se llega a través de la rampa o del escalonado que, dicen que es un anfiteatro, instalado en la plaza. Desde esa altura se puede ver hacia el norte la Ensenada de los Galápagos y el foso de Santiago.

3.- En el Hornabeque Desde el puente o desde el foso, se ven los baluartes de San Pedro y San José Alto.

4.- En el Mantelete Al pie de las murallas, en el primer barrio que se construyó extramuros, el Mantelete, se puede uno hacer la idea de cómo estaba configurada la ciudad antigua y para qué servía el Segundo Recinto, como avanzadilla del Primero junto a la desembocadura del Río de Oro que, por aquel entonces, fluía por esa zona.
Monumento a Carlos Ramírez de Arellano

Escalinata de la Plaza de Armas. Al fondo la Muralla Real

Cañón de la Plaza de Armas

Plaza de Armas

Escalinata actual de la Plaza de Armas

Escalinata actual de la Plaza de Armas

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