Paleolítico Inferior
Museo de Arqueología e Historia de Melilla |
La secuencia cronológica que se utiliza actualmente está establecida por Pierre Biberón para la zona atlántica marroquí. Existe una fase preachelense de cantos trabajados que se desarrolla desde 1.800.000 años antes del presente a 650.000 años antes del presente y un achelense propiamente dicho que se identifica entre 650.000 años antes del presente y 120.000 años antes del presente y se caracteriza por las hachas bifocales y achuelas. Esta industria evolución posteriormente generando unos útiles sobre lasca más complejos, con triedros, hendedores, raederas, cuchillos de dorso y raspadores.
Recordemos que en la ciudad de Melilla, Posac encontró algunos bifaces en el arroyo Mezquita y un hacha bifacial cerca del arroyo de Sidi Guariach. J. Mª. Tomassetti también documenta un hendedor tipo 1, según la tipología de Jacques Tixier, en el mismo arroyo de Sidi Guariach. Por su parte, ya en Marruecos, el mismo Posac encontró varias piezas en la playa de Yazanen que podrían adscribirse a este mismo período. Recientemente, los arqueólogos Abdevlam Mikdad y Joseph Eiwanger localizaron en prospección una amplia serie de bifaces pertenecientes al achelense evolucionado en la zona marroquí de Inantarás-Iammorenne. Este período sigue ofreciendo fuertes incógnitas pues ninguno de los hallazgos ha sido establecido en una excavación estratigráfica.
Paleolítico Medio y Superior
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El final del paleolítico inferior representa el fin de la hegemonía del hacha de mano sustituida por útiles más especializados, habitualmente preparados para enmangar. La existencia del Musteriense en el norte de África ha sido asumida plenamente por todos los investigadores, lo que plantea un problema en torno a la existencia o no de neanderthales en esta zona geográfica, hecho que admiten los autores clásicos como M. Almagro y L. Balou. Recientemente, se ha planteado la posibilidad que tanto Musteriense como Ateriense formen una unidad cultural con diferentes manifestaciones materiales.
Sobre el sustrato musteriense, caracterizado por un tipo de industria lítica fabricada con una técnica muy elaborada que se denomina Levallois, y en un contexto climático de una gran humedad, aparece el horizonte cultural del mundo Ateriense. Esta facies fue bautizada así por M. Regases en 1922 y arranca del paleolítico medio ocupando también gran parte del paleolítico superior. El nexo entre musterienses y atenienses parece situarse en torno a 32.000/30.000 años antes del presente, tal y como lo señaló Jean Roche en la cueva de Taforalt, aunque las excavaciones de Mikdad y Eiwanger en Ifi n'ambar al suroeste de Melilla, parece elevar la cronología del Ateriense antiguo a 40.000 años antes del presente. En este sentido hay que esperar a la finalización de las campañas y a las conclusiones definitivas de este equipo de arqueología para establecer una cronología definitiva sobre este asunto. Por otra parte, tampoco descartan atribuciones meramente instrumentales de esta industria que sería producto de las necesidades del hombre en determinadas circunstancias aún por definir.
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La industria Ateriense se caracteriza por un complejo de láminas de técnica Levallois y entre sus morfotipos se encuentran piezas bifocales foliáceas que cuentan con un característico pedúnculo que singulariza una gran proporción de las armas y utensilios de esta industria. Antropológicamente nos encontraríamos ante individuos de complexión fuerte, sin duda expertos cazadores muy especializados que utilizaban puntas de lanza y jabalinas. En la región cercana a Melilla, Posac encontró cinco yacimientos que pueden adscribirse a este período. Tres de ellos cuentan con piezas elaboradas con la técnica levallois o musteriense: Tazuda, Sidi Taquirás y Barranco del Lobo, y otros dos presentan claramente las piezas con el característico pedúnculo ateriense: Haddu y Sidi Mesaud que está junto a la costa. Enrique Gozalbes ha analizado los fragmentos encontrados por Posac y establece que las piezas pedunculadas son menos numerosas (de 3% al 5%), que las que aparecen en las colecciones de yacimientos argelinos, lo que equipara este Ateriense con el de la zona oriental marroquí de Taforalt o Ain Fritissa.
En marzo de 2003, los arqueólogos Roberto Redondo y Luis del Caño realizaron un estudio del yacimiento de Huerta de Reyes junto al aeropuerto de Melilla, adscribiendo sus etapas de ocupación más antigás a este horizonte cultural localizando varias piezas pedunculadas.
Paleolítico Superior y Epipaleolítico
En el paleolítico superior perdura el Ateriense hata el 18000 a.C., momento en el que desaparece en un momento climático de fuerte aridez en el que se impone un paisaje con vegetación más abierta que en el período anterior. Es entonces cuando encontramos un nuevo horizonte cultural, denominado Iberomauritano, tal y como lo bautizó Paul Pallary en 1909. En esos momentos se produjo un recalentamiento de la tierra cuya principal consecuencia fue la transgresión Flandriense o ascenso del nivel del mar, que culminará en etapas cercanas al tercer milenio a.C., si bien la línea de costa continuó fluctuando en épocas históricas.
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Las gentes iberomauritanas presentan unas características físicas muy específicas que, según autores como Muzzolini, deben explicarse por el supuesto aislamiento de los mismos en la región del Magreb. Esta etnia sería la Mechta el Arbi, el homo sapiens relacionado con el Cromagnon que se superpone o evoluciona a partir de la población ateniense. Los iberomauritanos eran hombres de complexión fuerte y gran talla que practicaban unas características mutilaciones dentarías en los incisivos superiores que sin duda les dotó de un aspecto peculiar. David Lubell ha estimado que su presencia en la región abarcaría desde el 18000 a.C. al 5500 a.C., cronología que ha sido aceptada por otros autores.
Los iberomauritanos comparten el área norteafricana con gentes pertenecientes a otro horizonte cultural llamado Capsiense, cuyas características no abordamos aquí al quedar sus zonas de habitación un tanto alejadas de la región de Melilla y no existir constancia de ningún yacimiento de este círculo cultural en nuestra zona.
Los yacimientos iberomauritanos se caracterizan por la aparición de un utillaje lítico arcaico y restringido en el número de piezas. Se trata de útiles muy pobres: microlitos, láminas de borde abatido, muescas con denticulados y microburiles y es característica la ausencia de los microlitos geométricos, rasgo característico del Capsiense. A este grupo no se le conocen actividades artísticas, aunque recientemente Mikdad y Eiwanger han descubierto un astil de gacela con decoraciones incisas perteneciente a este período.
Restos fósiles - Museo de Fósiles de Melilla |
En la región de Melilla, Posac descubrió siete yacimientos iberomauritanos: Taxi el Arbi, Río Nano, Kerker, Puente Yazanen, Haduba, Taxdirt y Buhakeka, hecho que delata una abundante población en la región de Melilla durante este período. Posteriormente, Enrique Gozalbes tabuló la colección de piezas del Kerker y señalaba que en el conjunto existían pocos raspadores, los denticulados eran poco numerosos y las láminas representaban el 60% del total, lo que determinaría un Iberomauritano III, o sea, evolucionado o tardío.
Por su parte Mikdad y Eiwanger han excavado recientemente en Hassi Ouenzga tres niveles de Iberomauritano que han sido datados mediante técnicas de radiocarbono con los siguientes intervalos: antiguo del 16000 al 13000 a.C., medio del 13000 al 10000 a.C. y evolucionado, del 10000 a 7000 a.C.
(Extraído de Historia de Melilla de Antonio Bravo Nieto y Pilar Fernández Uriel)
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