sábado, 2 de octubre de 2010

Melilla hispánica





Ciudad Vieja de Melilla fortificada



Continuando con nuestro pequeño recorrido histórico, llegamos a 1497, cuando al duque de Medina Sidonia, los Reyes Católicos le encomiendan la ocupación de Melilla. Pedro de Estopiñán, que era contado mayor de la Casa de Guzmán, viajó hasta allí y pudo comprobar que la población musulmana había abandonado la ciudad y las murallas y baluarte de defensa se habían destruido para que no pudieran servir a los nuevos ocupantes. Muy sigilosamente, Estopiñán preparó un ejército de 5.000 peones, con algunas fuerzas de caballería y los embarcó en las naves que se preparaban para el tercer viaje de Colón, que por lo tanto hubo de ser demorado por esta causa. Añadió a la expedición gran cantidad de víveres, pertrechos, cal y materiales de construcción.

En la noche del 17 al 18 de septiembre de 1497 los soldados desembarcaron sigilosamente en la península que constituye la vieja Melilla. Estaba absolutamente vacía. Sin esperar a que amaneciese comenzaron a construir un entramado de madera que les sirviera de resguardo. Los musulmanes trataron de reaccionar, pero era demasiado tarde: con la piedra procedente del desmantelamiento de la anterior muralla y los materiales traídos en los barcos españoles levantaron defensas y repelieron con facilidad el ataque: dueños del mar, tampoco podían ser dominado por medio de un asedio. Recurriendo a términos del derecho romano los monarcas españoles afirmaron que se trataba de una ocupación sin dueño anterior. Pues los emires de Fez la habían abandonado.

Isabel y Fernando concedieron mucha importancia a Melilla. Cuando se produjo la muerte del infante don Juan, ordenaron al duque de Medina Sidonia que no acudiera a la Corte, porque su ausencia podía poner en peligro la Plaza. Ésta quedó incorporada al patrimonio de la Corona y no al señorío de la Casa de Guzmán; por eso hubo de ser compensado de los gastos que en la empresa asumiera. Los musulmanes intentaron, en noviembre de 1497, un ataque, pero fueron rechazados y no repitieron el intento. Desde entonces, hasta hoy, Melilla ha permanecido dentro de los límites territoriales españoles sin solución de continuidad.

Mantener Melilla supuso fortificarla desde el primer momento, y fortificarla frente a un enemigo distinto al de otras fronteras, que era el norteafricano, no un gran ejército armado de artillería. Melilla es una fortificación que protege una pequeña población, en la que se instala una guarnición o presidio para proteger una frontera.

Las luchas fueron continuas con el sultán, cediendo o ganando terreno constantemente. Definitivamente, en 1859 se firmaba un convenio con el sultán, para la ampliación de los términos jurisdiccionales de Melilla, que quedó pendiente de ratificación, y en esta situación se estaba cuando dio comienzo la llamada Campaña de Tetuán.

La ciudad, tal y como la conocemos hoy, tiene forma de abanico. Un cañón llamado “El Caminante”, dispara y su alcance máximo es de 2 kilómetros 900 metros. El alcance de ese cañonazo, se usa como radio de ese abanico, que dibuja una línea con la que se traza la frontera. Esto se acuerda a principios del siglo XIX, y desde entonces se mantiene hasta ahora. Lo que hay dentro es una ciudad atípica y netamente fronteriza. El mapa sobre el que se estableció la frontera, aún se conserva.

El establecimiento del protectorado de Marruecos tuvo efectos muy positivos en la economía de la ciudad, que se convirtió en la capital económica de la parte oriental. La explotación de las minas del Rif propició el desarrollo de una industria derivada de éstas y el tráfico de mercancías y la pesca aumentaron junto con los beneficios derivados del aprovisionamiento del ejército.

Fue en Melilla donde se produjeron los primeros acontecimiento de la sublevación militar de 1936 contra la II República y que daría lugar a la Guerra Civil y el establecimiento del régimen franquista.

El Gobierno español reconoció la soberanía de todo Marruecos, comprometiéndose a respetar la unidad territorial del reino. En este reconocimiento oficial es en el que se basan las reclamaciones territoriales de Marruecos sobre Melilla y Ceuta.

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